Que la Biblia es la palabra de Dios, y que el Espíritu Santo inspiró a los que la escribieron.
En un Dios eterno que existe en tres personas divinas: padre, hijo y Espíritu Santo y que es el creador de todas las cosas.
Que Jesucristo es el único Hijo de Dios concebido del Espíritu Santo y nacido de la virgen María con deidad plena y completa. Que murió crucificado, fue sepultado y resucito al tercer día de entre los muertos, que ascendió al cielo y está a la diestra de Dios Padre y que también intercede por nosotros.
Que toda la humanidad está bajo condenación de pecado, destituida de la gloria de Dios, y que el arrepentimiento y el aceptar a Cristo como Señor y Salvador personal es la única solución necesaria para el perdón y la redención de todo ser humano.
Que la justificación, como un acto de la gracia gratuita de Dios, por medio del cual Dios perdona todos nuestros pecados, y nos acepta como justos en su presencia, sólo por la justicia de Cristo que nos es imputada, y recibida sólo por la fe en el sacrificio vicario de Cristo.
Que la regeneración se lleva a cabo a través de una acción divina cuando la persona deposita su fe en Cristo efectuándose el Nuevo nacimiento.
Que la Santificación es una experiencia tanto instantánea como progresiva subsecuente al nuevo nacimiento siendo una obra de la gracia de Dios que es llevada a cabo por el Espíritu Santo.
Que la santidad inicial en la conversión a Cristo es un proceso de toda la vida, que requiere esfuerzo y dedicación ya que es la norma requerida de Dios para sus hijos.
Que la promesa del bautismo en el Espíritu Santo se imparte después que la persona se ha reconciliado con Dios por medio de su arrepentimiento y de su nuevo nacimiento.
Que la evidencia inicial para saber que una persona Redimida por la Sangre de Cristo ha sido bautizada con El Espíritu Santo es el hablar en otras lenguas dirigida por el Espíritu Santo.
Que toda persona que ha aceptado a Jesucristo como su Salvador y Señor personal debe de Bautizarse en agua por inmersión en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
En la sanidad divina en las áreas física, espiritual y emocional, que Dios ha provisto para la humanidad a través de la muerte redentora de Cristo.
Que la cena del Señor y el lavatorio de pies son ordenanzas instituida por el Señor Jesucristo.
En los cinco Ministerios:
Apóstoles: sólo en el sentido de misioneros o de delegados congregacionales, no como grado jerárquico ni títulos y autoridades.
Profetas: Solo en el sentido de ejercitar el don de la profecía, no como oficio ni estructura jerárquica ni títulos y autoridades.
Evangelistas: Dios llama a algunos especialmente para este oficio para proclamar las buenas nuevas de salvación en Jesucristo a los incrédulos, pero también la tarea de evangelismo es de todos los creyentes redimidos por la sangre de Cristo.
Pastores: Dios llama a los pastores para cuidar, apacentar, dirigir, enseñar, orar, disciplinar, amar y alimentar espiritualmente las ovejas de su congregación local que están bajo su cuidado pastoral.
Maestros: Dios llama a los maestros para ayudar a otros a entender la Palabra de Dios y el plan de Dios y fundamentan a los creyentes sobre la roca que es Cristo Jesús.
En la escatológica segunda venida de Cristo antes del milenio la cual se manifestara de dos maneras: Primero, para resucitar a los muertos en Cristo y para que los redimidos por la sangre de Cristo que estén con vida sean arrebatados para recibir al Señor en el aire. Segundo, Para reinar teocráticamente mil años en la tierra donde prevalecerá la justicia perfecta y completa para todos.
Que la muerte no es el fin de la persona. Habrá una resurrección corporal tanto de justos como de injustos que determinará el destino eterno de todos; vida eterna para los redimidos por la sangre de Cristo y castigo eterno para los que no son redimidos por la sangre de Cristo.
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