¿Cuál es la clave para obtener resultados evangelísticos en la iglesia a medida que avanzamos?
Es obvio que la iglesia de hoy ha perdido su afán Evangelístico.
El crecimiento de la iglesia por medio del evangelismo no se ha mantenido a la par con el crecimiento de la población en los últimos años.
Tenemos programas y materiales superiores que los que se han tenido en cualquier otro tiempo en la historia de la iglesia, y estamos logrando menos que en cualquier otro tiempo.
El crecimiento evangelístico de la iglesia no depende de la resolución del debate sobre si el inconverso va a entrar por la “puerta principal” por medio de los cultos de adoración dirigidos a los interesados, o por la “puerta lateral” de las células que atraen a personas con intereses comunes.
Eso reduce la iglesia a asuntos de métodos y modelos, y eso no es el problema más crítico que la iglesia del siglo XXI tiene que enfrentar. El problema no es falta de programación; más bien es falta de pasión.
Nos hemos vuelto indiferentes con referencia a la condición de los perdidos.
Ya no tenemos la compasión que hizo que la iglesia se arrodillara primero y después saliera a las calles para testificar.
Aunque no es necesario aferrarnos a los programas del pasado, sí es necesario restaurar la pasión del pasado que produjo gran fervor evangelístico.
Los testimonios poderosos de las oraciones contestadas son abundantes en los campos misioneros y en las naciones en vías de desarrollo, pero con poca frecuencia se escucha de las iglesias aquí en Estados Unidos.
¿Será que hemos llegado a ser tan sofisticados que los cultos de oración que perduraban toda la noche parecen reliquias de un pasado supersticioso?
El asunto, otra vez, no es sobre método, sino sobre investidura del poder de Dios.
Una vez que un individuo o una iglesia desarrollan una pasión por los perdidos, desarrollará un plan para alcanzarlos.
La iglesia debe sentir la libertad de utilizar cualquier estrategia que les capacite para cumplir la Gran Comisión, mientras que no se aparten de las Escrituras.
Primero: para cumplir la Gran Comisión, debemos tener un plan para el evangelismo incorporar una estrategia para ir “por las plazas” y testificar a los perdidos en su propio terreno.
Segundo: tenemos que asegurarnos que los que las personas que ganemos para Cristo sean discipulados y bautizados para que sean miembros de nuestra iglesia local.
El evangelismo y el discipulado tienen que ser igualmente equilibrados si la iglesia ha de experimentar el crecimiento estable, que encamina a la madurez y a alcanzar a la comunidad y al mundo.
Es muy significativo el hecho de que la iglesia en Antioquía fue establecida por los creyentes judíos quienes se habían esparcido por causa de la persecución en Jerusalén.
¡No había ni un solo apóstol en su medio! Llamaríamos “laicos” a estos plantadores de iglesias.
La mayoría eran personas recién convertidas.
Como judíos que creían que Jesús era el Mesías, habían llegado a ser expulsados de sus propias familias, forzados a dejar su querida tierra natal como resultado de la persecución que surgió en conexión con Esteban.
Sin embargo, no consideraron sus circunstancias como un inconveniente trágico.
No echaron la culpa a Dios por su sufrimiento.
Con entusiasmo predicaron el mensaje del Señor Jesús en todas partes.
Lucas mencionó otro detalle significativo: los que llegaron a Antioquía principiaron a predicar a los griegos también.
Su pasión por los perdidos les capacitó para extenderse más allá de las barreras que anteriormente habían sido paredes de división.
El Señor honró su pasión y colocó su mano sobre ellos, y como resultado gran número de personas se salvaron.
Los métodos de las iglesias evangelísticas difieren en su forma tanto como los campos y estilos de liderazgo pastoral.
Pero todos tienen un solo denominador común: el pastor y la iglesia tienen tanta pasión para ver a los perdidos llegar a conocer a Cristo, que son movidos a llevar el mensaje a su comunidad.
Antes del desarrollo de la metodología, tenemos que redescubrir la pasión y el poder.
Como iglesia jamás debemos de actuar como si todo el mundo ya tiene asegurada su entrada al cielo.
La mayoría de las iglesias tienen dificultad para reunir a un puñado de personas para estudiar doctrina, y, sin embargo, llenan el lugar de cultos para eventos especiales.
Mientras los eventos especiales pueden ser clave para atraer a los inconversos, no podemos desarrollar una iglesia fuerte solamente con una dieta de actividades especiales de tipo de función artística.
Tenemos que basar todo el crecimiento de la iglesia y las actividades evangelísticas sobre una base teológica sólida.
Hay una conexión íntima entre la actividad evangelizadora y la enseñanza teológica sana.
Una no perdura por mucho tiempo sin la otra.
1. Tenemos que entender la condición de los perdidos.
A menos que tengamos una firme convicción establecida de la crítica situación de las personas que no conocen a Cristo, nunca vamos a tener una motivación para desarrollar y sostener un énfasis continuo e incesante sobre el evangelismo.
Tenemos que creer y enseñar que la reconciliación con Dios en Cristo no es algo que hace la vida más agradable, o el sufrimiento más pasajero, o que el individuo sea una persona más buena, es la vida misma. Sin Cristo no hay ni vida ni esperanza.
Tenemos que creer que las personas sin Cristo están perdidas, que su destino eterno es el infierno, y que sólo Cristo es la respuesta, algo menos que esta convicción deja a la iglesia sin la pasión para alcanzar a otros que están afuera.
Todo esto suena como los titulares de los periódicos o las noticias en la televisión que diariamente miramos o leemos.
Fue esta comprensión de la condición humana que causó al apóstol Pablo tanto dolor y tristeza.
Cuando una vida está en peligro, la gente responde en forma instintiva a la crisis.
El bombero se lanza dentro de un edificio incendiado para rescatar a un niño atemorizado.
Una madre se tira frente a un automóvil que se acerca para rescatar a un niño.
Un nadador de capacidades ordinarias se tira a un río tormentoso para rescatar a un extraño que está ahogándose.
¿Qué es lo que motiva tales actos heroicos?
Una sola cosa: el conocimiento seguro de las consecuencias si no intentan el rescate.
Si el evangelismo ha de llegar a ser natural en nuestras iglesias, tenemos que desarrollar un conocimiento pleno de las consecuencias eternas que le espera al inconverso que es el infierno si no extendemos la mano, si no lo evangelizamos.
Dicho sea de paso, un entendimiento claro de la condición de los perdidos impulsará a la iglesia a salir fuera de los edificios, hacia las calles porque los muertos no caminan.
Si los inconversos están muertos en sus transgresiones y pecados entonces tenemos que llegar a ser los buscadores de ellos.
No podemos dejar solos a los pecadores para que solos encuentren a Cristo, puesto que la Biblia enseña que ni un solo perdido busca a Dios.
2. Tenemos que creer que Cristo provee el único acceso al Padre.
Este versículo es familiar para la mayoría de los cristianos:
Pedro repitió esta misma verdad cuando fue confrontado por los gobernantes.
Si creemos que sólo Cristo concede acceso al Padre, entonces tenemos el mandato de testificar.
Por ejemplo, sin tal convicción, no es muy probable que pensemos que las personas de otras religiones necesitan nuestro testimonio.
Las encuestas muestran que el 64 por ciento de los estadounidenses creen que todas las religiones conducen al mismo Dios.
La gran mayoría de las religiones tienen principios buenos aun que todos rayan en lo heréticos y humanistas y aunque mencionen a Dios y a Jesucristo se apartan completamente de los principios salvíficos inconmovibles que la Biblia establece categóricamente para poder obtener la salvación y el verdadero perdón de nuestros pecados.
Esta estadística reveladora puede explicar el por qué sólo el 38 por ciento de los cristianos creen que tienen unan responsabilidad de compartir sus creencias religiosas y el 64 por ciento sienten fuertemente que no tienen tal responsabilidad.
3. Tenemos que creer que los campos están blancos para la siega.
Nosotros como iglesia hemos estado bajando en bautismos y asistencia, y quizás hemos estado justificando todo este tiempo la mala calidad del terreno alrededor de la iglesia.
Cuantas veces no nos hemos quejado “esta gente simplemente no responde al evangelio”, o algunas veces le echamos la culpa a las iglesias grandes que tenemos alrededor de ser las causantes de que disminuya la cosecha para esta iglesia.
Es cierto que algunas áreas del país no son tan receptivas como otras, y puede ser que hemos seguido el ejemplo de los restaurantes que venden comidas rápidas y hemos construido nuestros “puestos de comida” cerca de “restaurantes” bien establecidos, pero todavía hay multitudes de personas inconversas que necesitan a Cristo en todas las áreas de nuestra nación.
En cada lugar donde hay iglesias que se quejan de las condiciones de ese lugar y la falta de conversiones, otras iglesias han descubierto que los campos están blancos para la siega.
Algunas iglesias tienen la enfermedad mortal de la parálisis evangelística.
Permítanme asegurarles que los campos alrededor de nuestra iglesia están blancos para la cosecha.
Hay más personas abiertas a escuchar el evangelio que miembros entrenados para compartirlo.
El mismo Señor Jesucristo dijo:
No podemos echar la culpa por nuestra falta de resultados evangelísticos a la calidad pobre del suelo ni a la falta de viabilidad de la semilla; el problema todavía es el mismo: los obreros son pocos.
El crecimiento rápido de sectas y de las enseñanzas de la Nueva Era da testimonio poderoso del enorme vacío espiritual que existe alrededor del mundo.
La iglesia que eficientemente siembra la buena semilla del evangelio va a experimentar una cosecha abundante.
4. La Gran Comisión no es una sugerencia divina.
Esta posiblemente es el área en la que la confusión teológica ha causado el mayor daño al ministerio evangelizador de la iglesia.
La mayoría de los pastores llegan a los campos de sus iglesias pensando que la mayoría de los miembros comparten su convicción siendo obediente a las órdenes de Jesús en llevar a cabo la Gran Comisión.
Esta es una suposición en la gran mayoría de los casos errónea.
Una encuesta reciente reveló lo que la gran mayoría de los miembros no son obedientes a las órdenes de Jesús en llevar a cabo la Gran Comisión.
Nueve de cada diez pastores indicaron que la misión principal de la iglesia era alcanzar a los inconversos y a los que no estaban en la iglesia.
En respuesta a la misma pregunta ocho de cada diez miembros de iglesia piensan que el ministerio principal de la iglesia es suplir las necesidades de los miembros.
Solamente dos de diez vieron la función principal de la iglesia como la de alcanzar a los que no asistían.
Si el pastor y los miembros están trabajando desde perspectivas tan diferentes, la confusión y la frustración será experiencia común cada día.
La iglesia de hoy que vive para, y se interesa en otros, será la iglesia que perdure.
La iglesia pertenece solamente a Dios, él tiene el derecho de moldear su ministerio y propósito.
Él lo ha comprimido a través de la Gran Comisión que contiene un mandato singular: ir y hacer discípulos.
Las tres formas verbales de Mateo 28:19-20.
1.- id,
2.- bautizándoles y
3.- enseñándoles
Sostienen el mandato original.
Estos tres definen cómo la iglesia ha de cumplir la declaración de propósito dada por nuestro Señor.
Note que el primer mandato envuelve la acción de ir para alcanzar a los inconversos.
Lamentablemente hemos pasado por alto una prioridad esencial de la Gran Comisión. Y casi poníamos este letrero en la entrada del templo “Ocupado” para los inconversos.
“El evangelismo siempre tiene que ser diseñado para atraer al recién convertido a la iglesia local, donde el trabajo de discipular puede ser hecho.”
La iglesia también tiene que hacer el compromiso de enseñar a los creyentes los mandatos de Cristo.
Cuando la iglesia hace discípulos, dos resultados buenos siguen:
1) Los cristianos son sanos y se reproducen; y, a medida que se multiplican,
2) El mundo es evangelizado según el plan de Dios.
Aquí el tema del equilibrio se vuelve crítico para el crecimiento sano de la iglesia.
Si insistimos en que la iglesia existe solamente para alcanzar a los inconversos, pasamos por alto las necesidades de los creyentes para desarrollarse y por consiguiente debilitamos la iglesia.
Varias actividades de la iglesia, por definición, son para creyentes.
Por ejemplo, la adoración es para creyentes, puesto que ellos pueden participar en un evento que se basa en una relación personal con Dios.
El evangelismo fluye naturalmente de la adoración y comunión.
Las iglesias que declaran tener adoración dinámica y comunión maravillosa, pero que no tienen el compromiso de ganar a los perdidos necesitan mirar de nuevo la Gran Comisión.
La iglesia saludable debe mantener un equilibrio entre el evangelismo y el discipulado, con la meta final de obedecer a Cristo en el cumplimiento total de la Gran Comisión.
5. Cada cristiano es llamado a ser testigo.
En días recientes varios escritores sobre el crecimiento de la iglesia han argumentado que solamente el 10 por ciento del cuerpo de Cristo practica el evangelismo; por eso, los esfuerzos en entrenamiento se concentran en este diez por ciento. El 90 % argumenta para evitar llevar a cabo esta desafiante tarea que no tienen el llamado, que no tienen libertad para hacerlo.
“Así que aproximadamente el 10 por ciento del cuerpo de la iglesia que son los que ganan almas”.
Hay una infinidad de herramientas para preparar a creyentes que argumenta para evitar llevar a cabo esta desafiante tarea que no tienen el llamado, que no tienen libertad para hacerlo.
Muchos cristianos argumentan que no tienen el don del evangelismo y que por esa razón no evangelizan, basándose en el siguiente pasaje bíblico.
Aquí aparece en la lista de dones el del evangelista.
Los evangelistas en esta lista de dones son comparados con los apóstoles, profetas, pastores y maestros.
En este pasaje bíblico el Apóstol Pablo estaba refiriéndose a evangelistas dotados, tales como lo fue Billy Graham en nuestro tiempo, quienes son dados a la iglesia en la misma manera como el apóstol, profeta, pastor y maestro.
Estos líderes dotados son dados por el Señor exaltado para el establecimiento y el desarrollo de la iglesia para que los miembros puedan ser equipados para el ministerio del servicio.
Pero tu para evangelizar y llevar a cabo la gran comisión no necesitas estar incluido en la categoría de evangelista de este pasaje bíblico de Efesios 4:11-13 ya que la Gran Comisión incluye a todos los que han aceptado a Cristo.
Los que conocen a Cristo están bajo el mandato divino de testificar de su relación personal con él.
Pablo expresó con toda claridad que todos los reconciliados con Cristo han recibido el ministerio de la reconciliación.
Es el privilegio y el llamado de cada creyente ser un embajador de Cristo.
La doctrina del sacerdocio de los creyentes, es grandemente apreciada por la Iglesia de Dios, da por hecho el testimonio de todos los creyentes.
Un sacerdote del Antiguo Testamento funcionaba de tal manera que podría traer a las personas a la presencia de Dios.
Lea la descripción de Pedro del pueblo de Dios:
Es verdad que algunos miembros del cuerpo son más comunicativos que otros y por eso encontrarán que el dar testimonio personal es más natural, pero esto no quiere decir que no todos los cristianos puedan dar un testimonio verbal.
El testificar en forma efectiva se basa en la investidura sobrenatural del poder de Dios, no en las tendencias naturales.
Podemos enseñar varios métodos de testificar y proveer numerosas oportunidades para enfrentarnos a la comunidad inconversa.
Podemos enseñar a nuestros miembros a invitar a sus amigos a la iglesia, a compartir sus testimonios y conectar su plan de testimonio personal con otros miembros de la familia de Dios.
Pero el testificar en forma efectiva se basa en la investidura sobrenatural del poder de Dios.
6. El Espíritu Santo nos da el poder para testificar.
Nos hace recordar inmediatamente la promesa del Señor.
El Espíritu Santo suministra el poder que capacita a los discípulos para hacer obras mayores que las que Jesús hizo en cuestión de llevar el evangelio del Reino de Dios desde Palestina hasta todo el mundo.
Jesús no dice que sus discípulos harían milagros más asombrosos.
¿Qué milagro puede ser más asombroso que la resurrección?
Más bien significaba que los discípulos, obrando mediante el poder del Espíritu Santo, llevarían el evangelio del Reino de Dios desde Palestina hasta todo el mundo.
El testificar no requiere tener el don de evangelismo; requiere ser un creyente entregado al Señor e investido por el Espíritu Santo.
7. Dios da los resultados por medio de nosotros.
Una de las verdades más animadoras acerca de testificar es que Dios dará los resultados sobrenaturales.
La iglesia primitiva estaba disfrutando de la comunión maravillosa, estaba partiendo pan de casa en casa y tenía el favor de todas las personas.
Su comportamiento y su habla eran tales que “el Señor añadía diariamente a su número los que habían de ser salvos”
¿Recuerda el testimonio de Pablo concerniente a su trabajo?
Si nuestra iglesia es obediente en sembrar la semilla por medio de su testimonio, y regarla por medio del cultivo de relaciones, y fortalecerla a través de la oración el Señor Jesucristo dará el crecimiento.
El agricultor sabe que al fin y al cabo la plenitud de la cosecha está fuera de su control.
Depende de la lluvia y del sol.
El potencial para la cosecha evangelística de la iglesia está asegurado por Dios, pero tenemos que ser fieles para hacer nuestra parte al sembrar la semilla y regar la tierra.
Aquí otra vez vemos el eslabón de la soberanía divina y la responsabilidad humana.
Dios ha decidido traer su cosecha evangelística por medio de instrumentos humanos.
Dios les hizo saber a los profetas que ellos no experimentarían todo lo que nosotros experimentamos en Cristo, y que ellos estaban sirviendo a Dios para beneficio nuestro.
A pesar de que los hombres pueden predicar el mensaje de salvación de Dios, finalmente sólo el Espíritu Santo es el que redarguye de pecado a las personas..
Incluso los ángeles están sorprendidos de la maravillosa salvación que Dios decretó a nuestro favor.
8. Los creyentes tienen que obedecer y aceptar su pertenencia.
Este pasaje bíblico nos ofrece una mirada analítica sobre el envío de los doce para testificar y ministrar. Jesús estaba pasando por todas las aldeas, enseñando, predicando y sanando.
Fue movido por las necesidades de la gente que estaba acongojada y abatida, y que era como ovejas que no tenían pastor.
Primero instruyó a sus discípulos a orar al Señor de la mies, para que enviara obreros a la mies.
La oración forma la base para la respuesta de los doce.
Jesús después les dio autoridad e instrucción antes de mandarles fuera.
La primera acción esencial de testificar del creyente es obedecer.
El valor para testificar en realidad viene por la obediencia.
El testificar requiere la fe de que Dios proveerá los recursos y dará la cosecha, y por consiguiente demanda la obediencia.
Tenemos que obedecer a Dios para evangelizar aun cuando no nos sentimos competentes.
¿Por qué hay tan pocos que obedecen el mandato de ir a la cosecha? Porque invertimos muy poco tiempo o nada en orar por la gente perdida de nuestra comunidad, somos indiferentes a la cosecha de almas.
No podemos presentarnos ante el Dios Santo para interceder por los perdidos sin al mismo tiempo ser movidos por su compasión por los perdidos.
Pero aun estando orando por los perdidos, parece que algo falta.
¿Por qué sintió Jesús tanta compasión por los perdidos, y por qué algunos de nosotros sentimos tan poquita?
Si nosotros fuéramos movidos por la compasión, sentiríamos la necesidad de estar más involucrado en testificar personalmente.
Jesús era el pastor y eran sus ovejas las que estaban acongojadas y abatidas. Esa es la razón por la que él se sentía apesadumbrado.
La clave que nos mueve a la obediencia en testificar es la pertenencia.
¿Recuerda el relato de Jonás? Dios llamó a Jonás para que fuera a la ciudad de Nínive.
Jonás carecía de entusiasmo para ir a Nínive.
De mala gana obedeció; sin embargo, Dios dio una cosecha abundante.
Pero Jonás no se regocijó por la cosecha; estaba enfurruñado porque Nínive se había arrepentido y porque la planta que lo había protegido del sol se había secado.
Los habitantes de Nínive habían sido creados por Dios pero cegados por el pecado.
Le pertenecían a él.
La compasión va ligada a la pertenencia.
Lea otra vez el final del relato del hijo pródigo (Lucas 15).
El padre estaba gozoso porque su hijo había regresado a la casa, pero el hermano mayor estaba enojado y con mala cara.
El hermano mayor nunca se refirió a su hermano menor como hermano, solamente lo llamó “hijo de su padre”.
El padre lo corrige:
Mientras que usted no acepte la pertenencia de su comunidad y los perdidos alrededor de su iglesia, no será movido a compasión para alcanzarlos.
La pertenencia y la obediencia son elementos esenciales para el evangelismo eficaz.