La palabra “regeneración”, como una doctrina de la fe cristiana, es la traducción de la palabra griega paliggenesía la cual ocurre únicamente dos veces en el Nuevo Testamento.
Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.
En Mateo 19:28 la palabra “regeneración” se usa en referencia a la renovación futura del mundo, y no tiene nada que ver con la doctrina del nuevo nacimiento, mientras que en Tito 3:5 se refiere a la renovación espiritual que ocurre en el momento de la conversión.
1.- Definición de Regeneración.
Regeneración es ese acto de Dios por medio del cual el principio de la nueva vida es implantado en la persona, y las disposiciones de la misma son renovadas.
Esta definición significa que la regeneración no es un logro basado en méritos personales, sino todo lo contrario, una acción divina.
Cuando una persona se da cuenta de sus malos hechos, y deposita su fe en Cristo, Dios efectúa la renovación espiritual.
Por ser una acción divina, la regeneración connota un cambio radical en la naturaleza moral de la persona; las disposiciones morales son cambiadas.
Las intenciones y afectos ya no más son controlados por el egoísmo, sino por Dios; la carne, como una fuerza dominante, es reemplazada por el Espíritu de Dios de tal manera que la persona es habilitada para poner a un lado la inmoralidad, inmundicia y la lascivia, y reemplazarlas con la piedad; la enemistad, pleito, celo, ira, egoísmo, disensión y envidia son puestos a un lado, y reemplazados con el amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad y mansedumbre; las borracheras son reemplazadas con el dominio propio.
19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. 22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
Este cambio fundamental implica que la regeneración es más que una mera disposición hacia las cosas espirituales.
La regeneración implica no sólo que se añadan ciertos dones o virtudes, una especie de fortalecimiento de ciertas cualidades innatas que uno puede tener, sino un cambio radical que revoluciona el ser entero, cambio que vence nuestra naturaleza caída y nos imparte una fuerza que viene de Dios para vencer el mundo, el pecado y la carne.
2.- En las Escrituras, la regeneración se describe con varios términos que explican en qué consiste esta experiencia, entre ellos.
a) Nuevo nacimiento.
• Como una experiencia espiritual, el nuevo nacimiento se efectúa por el Espíritu de Dios
5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
• A través de la Palabra de Dios.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
• Cuando la persona cree que Jesús es el Cristo y lo recibe.
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él.
12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Como resultado de haber nacido de nuevo, la persona no practica el pecado,
sino que practica lo que es justo.
Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él.
Como resultado de haber nacido de nuevo, la persona está capacitada para amar y vencer el mal que está en el mundo.
Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.
La razón por la cual la persona no practica el pecado es porque es guardada por Cristo y el maligno no la puede tocar.
Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.
La importancia futura del nuevo nacimiento es que a menos que acontezca en uno, uno no puede ver el reino de Dios.
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
El nuevo nacimiento, como un acto divino, es el impartimiento de la nueva vida que Cristo vino a dar.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Que por supuesto también es la vida que es eterna.
Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
La victoria sobre el pecado y la muerte y consiste en el mismo Cristo morando en el creyente.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
b) Lavamiento.
La regeneración es una experiencia de purificación espiritual por medio de la cual la inmundicia moral es lavada.
Este lavamiento espiritual se ilustra por medio de la oración de David.
Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
También este lavamiento espiritual se ilustra con el llamamiento al arrepentimiento que Dios hizo a la nación hebrea por medio del profeta Isaías.
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
También este lavamiento espiritual se ilustra por medio de la promesa de Dios al pueblo de Israel ofreciéndole una restauración espiritual.
Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.
El profeta Malaquías describió la intervención de Dios en la vida de los hijos de Leví como un fuego purificador y como jabón de lavadores.
2 ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. 3 Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia.
En el Nuevo Testamento, también, la regeneración es descrita como un lavamiento.
Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.
La palabra "lavamiento" en este texto, es usada en referencia directa al bautismo en agua el cual, como un baño religioso, simboliza la limpieza espiritual que la regeneración trae. El bautismo en agua, como una señal exterior del arrepentimiento y de la fe en Cristo, es descrito como un acto de purificación espiritual.
Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.
El apóstol Pablo vio la obra de Dios en el creyente como una experiencia triple de justificación, santificación y lavamiento.
9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
El significado especial de esta experiencia triple dentro del contexto en el cual ocurre se hace más importante cuando uno pone atención a lo que significaba para los corintios, para el apóstol Pablo el lavamiento, santificación y justificación eran parte de un acto divino que, de una forma dinámica, superó todos los vicios que los corintios habían tenido antes de su conversión, vicios que les impedían heredar el reino de Dios.
El propósito inmediato que Cristo tuvo cuando se dio a sí mismo por la iglesia fue para limpiarla, para limpiarla usó la Palabra como un medio santificador.
25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra.
hay una doble referencia a la experiencia del lavamiento el cual, por medio de la sangre de Cristo, remueve la conciencia interna del pecado.
Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.
c) Muerte.
La regeneración se presenta también como una muerte espiritual, esto es, como un rompimiento fundamental con el pecado.
En virtud a esta experiencia la persona pierde interés en aquellas cosas que son pecaminosas.
El apóstol Pablo explica la liberación del poder del pecado como una consecuencia de ser salvo.
1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. 5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; 6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. 8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; 9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. 10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive.
Este es uno de los pasajes bíblicos que mejor describe esta muerte espiritual es, donde El apóstol empieza la discusión con la pregunta, “¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?” (v. 1).
En otras, palabras, si el pecado fue la ocasión para que Dios manifestara su gracia, ¿no será mejor seguir pecando para que la gracia de Dios abunde?
La respuesta del apóstol es un enfático y rotundo ¡no!: “En ninguna manera”.
Luego el apóstol continúa dando la razón que él tiene para rechazar tal idea: “los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (v. 2).
Según el apóstol Pablo, morir a algo o a una persona significa no tener nada que ver con tal cosa o persona; significa estar totalmente separado de ellas.
Lo opuesto, esto es, vivir para una cosa o persona significa estar totalmente entregado a ellas, tener la más íntima comunión con ellas.
“Morir al pecado” se entiende mejor cuando uno la compara con la expresión opuesta, “vivir en pecado”.
Así como uno que vive en pecado se une a él haciéndolo el terreno de sus acciones, de la misma manera el que muere al pecado hace un rompimiento completo y radical con él, abandonándolo como abandona el mundo la persona que fallece.
Estar muerto al pecado es una idea que ocurre con frecuencia en el Nuevo Testamento, por ejemplo: el apóstol Pablo habla de estar muerto a la ley que le condenaba y de haber sido crucificado juntamente con Cristo.
19 Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. 20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
A los colosenses les dice que en Cristo habían ellos muerto a los elementos del mundo y a las cosas que están en la tierra.
De manera que la regeneración es una muerte espiritual.
Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos.
Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
La regeneración, además de ser un nuevo nacimiento, un lavamiento y una muerte espiritual, es una:
d) Resurrección.
La regeneración implica también un acto de resurrección espiritual.
Pero antes de cubrir este aspecto de la regeneración, conviene que añadamos algo más respecto a la muerte espiritual que toma lugar en el momento de la conversión.
el apóstol Pablo escribe:
¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?
Aquí se menciona el bautismo en agua como una señal de total identificación del creyente con la muerte de Cristo; es una analogía de su muerte.
De la misma manera en que Cristo vino a ser insensible a las cosas del mundo por medio de su muerte, el creyente se hace insensible al pecado por causa de su regeneración simbolizada en el bautismo.
Además, la muerte de Cristo fue en referencia al pecado, a fin de destruirlo; de la misma manera el creyente se identifica con la muerte de Cristo en su conversión a fin de conquistar el poder del pecado.
El bautismo en agua, indiscutiblemente por inmersión, representa la muerte del cristiano al mundo.
Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
La regeneración no sólo se describe como una muerte espiritual, sino también como una resurrección.
La Biblia describe la conversión como una resurrección espiritual realizada directamente por Dios en aquellos que creen.
Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.
Esta resurrección es posible únicamente estando en íntima identificación con la muerte y resurrección de Cristo.
Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
Es interesante observar que en muchos de aquellos pasajes donde la conversión se describe como una muerte espiritual, también se menciona la vida nueva que Dios da.
El creyente muere al pecado a fin de resucitar para Dios.
Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios.
Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
Por lo tanto, la conversión cristiana no solamente significa romper drásticamente con el pecado sino también unirse a la vida de Dios; es una transición dinámica de lo que es fundamentalmente malo a lo que es fundamentalmente bueno.
Porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero.
e) Una nueva creación.
La regeneración es un cambio tan radical que en las Escrituras se le describe como una nueva creación.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
El cambio moral es tan fuerte que las cosas que pertenecen al pecado son dejadas atrás y el presente se convierte en una nueva realidad.
Es de observarse que la nueva creación en Cristo a la cual se refiere 2 Corintios 5:17 es lo que realmente cuenta delante de Dios con respecto a la persona.
Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.
Según la Biblia, los cristianos son hechura de Dios, “creados en Cristo Jesús para buenas obras” “según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
Esta presentación del Nuevo Testamento de la experiencia religiosa como una nueva creación concuerda con pasajes del Antiguo Testamento donde se encuentran oraciones por un nuevo corazón, como también promesas de un nuevo corazón.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Como hemos visto, la regeneración es un acto de Dios por medio del cual implanta el principio de la nueva vida, cambiando las disposiciones.
Esta experiencia es un nuevo nacimiento, un lavamiento, una muerte al pecado, una resurrección y una nueva creación.
Aquí conviene señalar lo que no es la regeneración.
En primer lugar, no es algo hereditario.
El hecho de que uno haya nacido en una familia cristiana no lo hace a uno cristiano, absolutamente nadie, nace libre de pecado.
La salvación no es hereditaria, ni la santidad, ni el perdón de los pecados.
Cada quien le dará cuenta de sí a Dios.
Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.
Como está escrito:
No hay justo, ni aun uno.
En segundo lugar, la regeneración no toma lugar por medio del bautismo infantil, esto es, que un bebé al ser bautizado, recibe la salvación. Cristo dijo:
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
De manera que el imperativo para la salvación que siempre ha sido y sigue siendo es creer.
Cuando el etíope le pidió a Felipe el bautismo en agua, éste le dijo:
36 Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? 37 Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.
De manera que el acto de creer precedió a la salvación.
La Biblia en ninguna parte enseña el bautismo de niños y mucho menos para que sean salvos.
El bautismo en agua está reservado a personas que tienen uso de razón y que con ella pueden aceptar el evangelio de Cristo.
En tercer lugar, la regeneración no es por medio de obras que uno haga.
La Biblia dice:
8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe.
Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
En cuarto lugar, uno es regenerado una sola vez y no constantemente.
Es verdad, la vida cristiana es una experiencia de constante crecimiento en la gracia de Dios, pero eso no significa que uno tiene que convertirse todos los días para ser regenerado todos los días como una nueva experiencia espiritual.
Si así fuera, uno tendría que estarse bautizando en agua todos los días.
En quinto lugar, la regeneración no es producida por ninguna ordenanza o sacramento que se practique en la iglesia, esto es, la cena del Señor o el bautismo en agua.
En los estudios anteriores se ha señalado que solamente por los méritos de Cristo en la cruz del calvario la persona puede ser regenerada.
En sexto lugar, la regeneración no consiste en mejorar la conducta por medio de disciplina personal.
El hecho de que una persona se proponga dejar ciertos vicios por cuenta propia, no significa que ha sido regenerada o se está regenerando.
La regeneración no es un proceso sino una experiencia definida.
Así como nacer físicamente es un acto que toma lugar una sola vez en la vida, lo mismo la regeneración o nuevo nacimiento: sucede una sola vez en la vida.
Nadie puede decir que su nacimiento físico fue un proceso de varios años; tampoco lo es el nuevo nacimiento espiritual.
Es conveniente, entonces, recordar que nadie tiene la fuerza espiritual de poder producir por su propia cuenta la regeneración.
De ahí que la Biblia enfatice la necesidad que el hombre tiene de que Dios haga en él este tipo de obra.
Por medio del profeta Jeremías Dios dijo acerca de la naturaleza del hombre:
Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?
¿Cómo puede un corazón engañoso producir su propia regeneración? ¿Cómo puede uno que está en tinieblas producir su propia luz?
Aunque este pasaje en el libro de Ezequiel, tiene que ver con la restauración de Israel, sí señala lo que es la obra de Dios en la persona:
25 Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. 26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. 27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.