“Santificación” es la traducción del término griego jagiasmós el cual tiene un significado doble:
1) se puede referir al acto de consagración o purificación; un proceso de santificación, de limpieza espiritual, y
2) al efecto de la purificación, esto es, el estado de haber sido hecho santo.
1. La santificación es una separación de aquello que es malo y un acercamiento a Dios
En el apóstol Pablo contrasta la santificación de la nueva vida en Cristo con la inmundicia e iniquidad de la conducta previa a la conversión.
Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
Así como los romanos presentaban sus cuerpos como instrumentos de un pecado doble--inmundicia e iniquidad--ahora, como hijos de Dios, estaban moralmente constreñidos a un doble estado de piedad cristiana: justicia y santificación.
La santificación se describe como el resultado de un estado doble: libertad del pecado y servidumbre a Dios, esto es, desunión de aquello que es malo y unión a Dios.
Aquí, la vida santificada es aquella que abandona el pecado y logra a Dios en una transición positiva de impiedad a piedad:
Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
Por lo tanto, la santificación no es solamente contingente a qué tan lejos la persona se retira del pecado, sino también a qué tan cerca está de Dios.
El acto redentor de Cristo no consiste sólo en liberación del pecado y la condenación, sino que además incluye la aceptación cordial que Dios hace del creyente la cual produce un cambio moral:
Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención.
2. La santificación es un imperativo para cada cristiano.
La santificación, como el objetivo interno del propósito divino para todos los creyentes (1 Tesalonicenses 4:3) es una obra realizada por Dios a través de su Espíritu (1 Pedro 1:2) en aquellos que tienen fe en la verdad de Dios (2 Tesalonicenses 2:13), y ya sea como un acto de purificación moral instantáneo o progresivoo como un estado de pureza, la santificación es un imperativo de la conducta cristiana.
Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación.
Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.
Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.
Así como la santificación denota tanto una acción como un estado de purificación moral, incluye también la idea de separación, esto es, la separación del alma de todo aquello que es impuro y degradante.
Esto incluye una renunciación dinámica y voluntaria de los pecados a los cuales los deseos de la carne conducen a la persona.
3. La santificación es una experiencia tanto instantánea como progresiva.
A la luz de los diferentes significados que santificación y santificar tienen en el Nuevo Testamento, se puede decir que la santificación es tanto un acto instantáneo como también una experiencia continua; algo que ocurre al principio de la experiencia cristiana, y algo que alcanza su plenitud en el futuro.
No sólo es una experiencia del pasado, sino que también es un imperativo presente y una meta para el futuro.
De acuerdo a lo que se desee enfatizar, la santificación puede ser vista como algo del pasado, del presente y del futuro.
También puede decirse de ella que es instantánea, progresiva y completa.
Estos varios aspectos de la santificación son referidos frecuentemente en los escritos del apóstol Pablo, por ejemplo: A los corintios, Pablo se dirige como “a los santifícados en Cristo Jesús”
A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro.
“Santificados” aquí es un participio en el tiempo perfecto.
El tiempo perfecto en el idioma griego denota un estado presente que resultó de una acción que tomó lugar en el pasado.
Por lo tanto, con el uso de este tiempo del verbo aquí, Pablo describe a los corintios como personas que poseían un estado de santificación, resultado de lo que Dios había hecho por ellos en el pasado.
El apóstol Pablo les dice a los corintios: “ya habéis sido santificados”, sin embargo esto no significa que el apóstol los consideraba inmunes al pecado o que habían alcanzado un nivel de perfección espiritual por cuya causa no tenían el imperativo de una consagración diaria a Dios y de una purificación de pecado.
9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
Aquellos a quienes Pablo llama “santificados en Cristo Jesús” exhorta a que no sean carnales.
A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro.
porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?
Aquellos a quienes Pablo llama “santificados en Cristo Jesús” exhorta a que no sean arrogantes que huyan de la fornicación, que no codicien cosas malas y que no forniquen.
Mas algunos están envanecidos, como si yo nunca hubiese de ir a vosotros.
Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.
Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron.
Aquellos a quienes Pablo llama “santificados en Cristo Jesús” exhorta a que no sean idólatras, que no tienten al Señor, y que no murmuren.
Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar.
Por tanto, amados míos, huid de la idolatría.
Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes.
Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor.
Aquellos a quienes Pablo llama “santificados en Cristo Jesús” exhorta a que velen para que no caigan, a no tener divisiones y ni que humillen a los pobres.
Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.
Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo.
Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo.
Aquellos a quienes Pablo llama “santificados en Cristo Jesús” exhorta a que no participen indignamente de la Cena del Señor, ya que esa era la razón por la cual muchos en la iglesia se encontraban enfermos y otros estaban muriendo.
27 De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. 28 Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. 29 Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. 30 Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.
Por lo tanto, aquellos que en el pasado experimentaron la obra santificadora de Dios como un acto inicial de su vida cristiana, estaban obligados a perseguir y mantener ese estado de santificación diaria.
Un caso similar al de los corintios es el de las iglesias de Galacia.
Los gálatas habían recibido el Espíritu santo, Dios había hecho maravillas entre ellos, eran hijos y herederos de Dios y conocían a Dios como Salvador.
Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?
Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!
Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.
Pero los gálatas se estaban regresando de la fe a los débiles elementos del mundo, arriesgando su libertad cristiana.
Por esta razón Pablo los llama insensatos y los exhorta a que no se sometan de nuevo al yugo de servidumbre, ni a que se desliguen de Cristo, ni caigan de la gracia.
También les exhorta a que anden en el Espíritu y no satisfagan los deseos de la carne.
Mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?
¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?
¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
Todo esto significa que a pesar de que los gálatas habían gozado de las riquezas de la vida cristiana en el Espíritu, todavía tenían la responsabilidad de mejorar su experiencia cristiana.
Otro caso similar es el de los tesalonicenses, el de los romanos también es muy parecido al igual que al de los efesios.
Considerando toda esta evidencia, se puede afirmar, entonces, que la santificación es una obra de la gracia de Dios por la cual el hombre es renovado de acuerdo a la imagen de Dios a fin de que muera al pecado y viva a la justicia.
La santificación es una obra continua que Dios lleva a cabo por el Espíritu Santo, por medio de la cual preserva al creyente del pecado, le restaura la imagen divina y le capacita para que viva en pureza.