La cena del Señor es una ordenanza instituida por el Señor Jesucristo, la cual simboliza su muerte redentora.
Es también un símbolo de Cristo como el pan espiritual que alimenta al creyente, y una señal de la comunión que tiene el creyente con Cristo y sus hermanos en la fe.
Según los relatos del Nuevo Testamento, este rito cristiano se conoce como:
a) La cena del Señor.
Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor.
b) La mesa del Señor.
No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.
c) Bendición.
Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?
d) Acción de gracias o eucaristía.
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos.
Y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.
e) Comunión.
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?
f) Memorial.
Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.
24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. 25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.
g) Mandamiento.
Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan.
h) Partimiento del pan.
Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
Después de haber subido, y partido el pan y comido, habló largamente hasta el alba; y así salió.
i) Nuevo pacto.
De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
j) Pascua
Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!
Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.
Hay cuatro pasajes en el Nuevo Testamento que se refieren directamente a la cena del Señor, ellos son:
26 Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 27 Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; 28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. 29 Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
22 Y mientras comían, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. 23 Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos. 24 Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada. 25 De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.
14 Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. 15 Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! 16 Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios. 17 Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; 18 porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. 19 Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. 20 De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama. 21 Mas he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa. 22 A la verdad el Hijo del Hombre va, según lo que está determinado; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!
23 Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; 24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. 25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. 26 Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. 27 De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. 28 Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. 29 Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. 30 Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. 31 Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; 32 mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. 33 Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. 34 Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere.
De estos pasajes se pueden señalar los siguientes datos con relación a la cena del Señor:
a) La cena del Señor es una práctica cristiana instituida personalmente por el mismo Señor Jesucristo.
b) Los elementos materiales a usarse son pan y jugo de uva, los cuales simbolizan su cuerpo dado por la humanidad, y su sangre derramada para la remisión de los pecados.
c) La iglesia debe observar la cena del Señor continuamente en memoria de Cristo porque simboliza la sangre del nuevo pacto.
d) Cada vez que la iglesia celebra el rito, anuncia la muerte del Señor hasta que él venga.
f) Participar de la cena indignamente, profana el cuerpo y la sangre del Señor, trayendo juicio sobre quien así lo hace.
g) Cualquiera que participa de la cena del Señor, debe examinar su vida.
2. Nombres dados a este rito en el Nuevo Testamento.
a) Cena del Señor.
El nombre “cena del Señor” es tomado de
Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor.
La razón por la cual se le llama “del Señor”, es porque Jesús mismo la instituyó y porque debe observarse en memoria de su muerte; se le llama “cena”, porque el Señor la instituyó una noche.
Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan.
Con relación a la hora cuando el Señor celebró la cena con sus discípulos, debe observarse que de acuerdo a Mateo, Marcos y Pablo fue de noche, una hora que indudablemente estaba asociada con la ocasión cuando los israelitas fueron misericordiosamente protegidos con la sangre del cordero pascual y libertados de la esclavitud egipcia.
Es noche de guardar para Jehová, por haberlos sacado en ella de la tierra de Egipto. Esta noche deben guardarla para Jehová todos los hijos de Israel en sus generaciones.
Pero, así como la noche de la pascua fue un memorial de la ocasión cuando el pueblo de Israel fue libertado de Egipto, de la misma manera la cena instituida por Cristo es un símbolo de la liberación espiritual del hombre por medio de la sangre de Cristo.
Por ser una cena en la cual elementos materiales son comidos, la cena del Señor simboliza íntima comunión con Cristo, la participación en su perdón, y en su amorosa compañía.
En las Escrituras, comer junto con alguien en la misma mesa, es una señal de hermandad, reconciliación, confianza y confraternidad.
Esto explica otros tres nombres del rito, los cuales están asociados con el acto de comer:
b) Mesa del Señor.
No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.
c) Partimiento del pan.
Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
Después de haber subido, y partido el pan y comido, habló largamente hasta el alba; y así salió.
d) Comunión.
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?
Entre otros, los siguientes casos se encuentran en los evangelios en los cuales la confraternidad se expresa con una comida:
Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta.
Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.
15 Aconteció que estando Jesús a la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa juntamente con Jesús y sus discípulos; porque había muchos que le habían seguido. 16 Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a los discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y pecadores? 17 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
e) En la parábola de las bodas, que se registra en el libro de Mateo, tanto los buenos como los malos son bienvenidos para gozar la fiesta.
Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.
Y en el paralelo del Evangelio de Lucas los pobres, mancos, cojos y ciegos de las calles y plazas de la ciudad, como de los caminos y vallados son invitados a comer en la mesa del rey.
21 Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. 22 Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. 23 Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.
f) Cuando Jesús se encontró con los discípulos llenos de temor e incredulidad, tanto en Emaús como en Jerusalén, les restauró su fe comiendo con ellos.
Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio.
Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.
41 Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? 42 Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. 43 Y él lo tomó, y comió delante de ellos.
Pero comer y beber con el Maestro, era también para los discípulos una anticipación de la comida escatológica en la cual el Mesías hará fiesta con los justos en la consumación del siglo.
13 Por tanto, así dijo Jehová el Señor: He aquí que mis siervos comerán, y vosotros tendréis hambre; he aquí que mis siervos beberán, y vosotros tendréis sed; he aquí que mis siervos se alegrarán, y vosotros seréis avergonzados; 14 he aquí que mis siervos cantarán por júbilo del corazón, y vosotros clamaréis por el dolor del corazón, y por el quebrantamiento de espíritu aullaréis.
Bendición y eucaristía.
De acuerdo a Mateo y Marcos, cuando Jesús tomó el pan la noche que instituyó la cena del Señor bendijo.
Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
Y mientras comían, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo.
Y cuando tomó la copa dio gracias.
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos.
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos.
Era costumbre en Jesús, siguiendo las prácticas judías de sus días, dar gracias antes de comer:
Dio gracias antes de alimentar a los cinco mil.
Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud.
Dio gracias antes de alimentar a los cuatro mil.
6 Entonces mandó a la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y los pusieron delante de la multitud. 7 Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante. 8 Y comieron, y se saciaron; y recogieron de los pedazos que habían sobrado, siete canastas. 9 Eran los que comieron, como cuatro mil; y los despidió.
Dio gracias en Emaús.
Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio.
Dio gracias en la cena, antes de su muerte.
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos.
En el tiempo de Cristo era una costumbre observada con mucha fidelidad que nadie tomase alimentos sin antes pronunciar una bendición.
Pero, lo importante en la bendición doble que Jesús ofreció en la cena del Señor, es que la bendición fue ofrecida dentro del contexto de la comida
Por lo tanto, la cena del Señor, es una acción de gracias a Dios, no tanto por sus provisiones amorosas, sino, sobre todo, por su acto redentor en Cristo Jesús.
Para el apóstol Pablo,
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?
En este pasaje la copa se refiere al vino que se usa en la cena del Señor, y se le llama
Memorial.
Según Lucas y Pablo, la noche que Cristo instituyó la cena, dio el mandamiento
Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.
En el libro de Éxodo se dice que Moisés ordenó al pueblo de Israel que recordaran el día en el cual salieron de Egipto, de la casa de esclavitud.
Y Moisés dijo al pueblo: Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre, pues Jehová os ha sacado de aquí con mano fuerte; por tanto, no comeréis leudado.
Tan importante fue este evento histórico en el cual Dios actuó con mano fuerte que deberían explicar a sus hijos el significado de la celebración y observarlo tanto como una señal y como un memorial.
Por lo tanto, la observancia de este día especial era un recordatorio de un evento salvador que tomó lugar en el pasado, en el cual la bondad de Dios fue mostrada a la nación.
8 Y lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que Jehová hizo conmigo cuando me sacó de Egipto. 9 Y te será como una señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos, para que la ley de Jehová esté en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sacó Jehová de Egipto.
Fue en base a ese acto libertador que Dios le dio a Israel los diez mandamientos:
Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
De la misma forma, la cena del Señor, es un memorial de un evento redentor que tomó lugar en el pasado cuando Dios intervino en la historia de la salvación.
El nuevo pacto.
El título
De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.
Las palabras de Cristo,
3 Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Jehová, y todas las leyes; y todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho. 4 Y Moisés escribió todas las palabras de Jehová, y levantándose de mañana edificó un altar al pie del monte, y doce columnas, según las doce tribus de Israel. 5 Y envió jóvenes de los hijos de Israel, los cuales ofrecieron holocaustos y becerros como sacrificios de paz a Jehová. 6 Y Moisés tomó la mitad de la sangre, y la puso en tazones, y esparció la otra mitad de la sangre sobre el altar. 7 Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. 8 Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas.
31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. 32 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. 33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. 34 Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.
Israel se hizo infiel al pacto, desobedeciendo las leyes de Jehová y siguiendo los vicios de las naciones, prometió instituir un nuevo pacto.
En Ezequiel este nuevo pacto se presenta como siendo el objeto de una serie de intervenciones generosas de parte de Dios:
a) Son juntados de todas las naciones,
b) Lavados de sus inmundicias,
c) Trasformados con nuevas disposiciones,
d) Llenados con el Espíritu del Señor,
e) Motivados para obedecer de corazón todos los mandamientos del Señor, y
f) Guardados de toda desobediencia e impureza.
22 Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. 23 Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos. 24 Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. 25 Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. 26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. 27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. 28 Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios. 29 Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre. 30 Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones. 31 Y os acordaréis de vuestros malos caminos, y de vuestras obras que no fueron buenas; y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones. 32 No lo hago por vosotros, dice Jehová el Señor, sabedlo bien; avergonzaos y cubríos de confusión por vuestras iniquidades, casa de Israel.
La cena del Señor, por lo tanto, como el nuevo pacto, denota la creación del nuevo pueblo de Dios, su pueblo escatológico, de acuerdo a su propósito eterno y a sus promesas dadas por medio de los profetas.
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.
Este rito cristiano, es, por lo tanto:
a) Una cena simbólica que ilustra la comunión del creyente con su Señor, y el sustento espiritual que el alma recibe de él;
b) Una acción de gracias por su muerte en la cruz, la cual trajo redención;
c) Un recordatorio de su sacrificio, y
d) Un nuevo pacto con su pueblo nuevo.
Con relación a la actitud espiritual que uno debe asumir al tomar le cena del Señor, se deben seguir tres consejos que el apóstol Pablo da al respecto, ellos son:
a) Hacerlo dignamente:
De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
b) Examinándose:
Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.
Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados.
c) Discerniendo las cosas de Dios:
Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.
EL LAVATORIO DE PIES.
La noche cuando el Señor instituyó la santa cena o cena del Señor, les lavó los pies a sus discípulos, instruyéndolos a que imitaran lo que él hizo. ¿Qué significado tuvo y sigue teniendo este acto?
1. El significado.
Un análisis cuidadoso del lavamiento de pies que Cristo le hizo a sus discípulos revelará que fue un símbolo de humillación y muerte.
1 Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin. 2 Y cuando cenaban, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase, 3 sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, 4 se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. 5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. 6 Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? 7 Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. 8 Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. 9 Le dijo Simón Pedro: Señor, no solo mis pies, sino también las manos y la cabeza. 10 Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. 11 Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos. 12 Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? 13 Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. 16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. 17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis. 18 No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar. 19 Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy. 20 De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.
Aunque la interpretación exclusiva que algunos le han dado a este evento, de que es una muestra de humildad y disposición para servir, no se debe descartar, sin embargo, el acto contiene una clara referencia a la humillación de Cristo y al valor purificador de su ministerio terrenal.
Según el relato del evangelio de Juan, Jesús:
a) Se levantó de la cena,
b) Se quitó su manto,
c) Tomó una toalla y se ciñó con ella,
d) Puso agua en un lebrillo y empezó a lavar los pies de los discípulos, y limpiarlos con la toalla con que estaba ceñido,
e) Le dijo a Pedro que si rehusaba que le lavara los pies, no tendría parte con él, y
f) Cuando terminó, tomó de nuevo su manto y se volvió a la mesa.
No cabe duda que este evento, según el arreglo hecho por el autor del evangelio, simboliza la humillación redentora de Cristo.
2. Razones para creer que el lavamiento de pies representa la humillación redentora de Cristo.
El relato del lavamiento de pies empieza con la nota introductoria que Jesús sabía
Sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba.
Estas palabras se refieren no sólo al señorío universal de Cristo, sino más específicamente a su misión redentora.
La autoridad que Jesús testifica tener de parte del Padre, no es tanto un control cósmico sino el poder de salvar las almas en virtud a su muerte voluntaria.
La acción de Cristo de
Así como Cristo puso a un lado su manto, también puso su vida.
Pero para que Cristo haya puesto a un lado su manto, fue necesario que primero se levantara de la mesa, que muy bien puede representar el abandono temporal de su gloria a fin de redimir al hombre, tema del cual nos habla el apóstol Pablo en:
5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Jesús se ciñó a sí mismo con la toalla, asumiendo el papel de un siervo, y lavó los pies de los discípulos.
Ceñirse es para describir el papel de un siervo.
Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles.
7 ¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? 8 ¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? 9 ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no. 10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.
Para Jesús, el acto de lavar los pies de los discípulos, fue tan significativo que, si Pedro rehusaba que Cristo lo hiciera, perdería su comunión con él
Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.
La acción de Cristo de lavarle los pies a sus discípulos fue un acto simbólico de su humillación para salvar al mundo, y de su consecuente exaltación.
Al celebrar la iglesia un servicio de lavamiento de pies, logra dos objetivos muy simbólicos: ilustra gráficamente la humildad y disposición de servir que debe caracterizar a cada creyente, y la muerte humillante de Cristo en la cruz del calvario.
¿Qué razones se pueden dar para creer que la iglesia en nuestros días debe practicar el lavamiento de los pies? Analizando
12 Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? 13 Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. 16 De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. 17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.
¿Cuándo y cómo celebrar en la iglesia el servicio de lavamiento de pies?
Como no hay nada escrito en la Palabra del Señor al respecto, nuestra recomendación es la siguiente: tenerlo, por lo menos, tres veces al año: el jueves de la semana santa, en alguna santa convocación de ayuno y oración que las iglesias deben tener al año, y en el servicio especial de fin de año.
Los varones le laven los pies a los varones, y las mujeres le laven los pies a las mujeres.
En preparación para este servicio, se recomienda tener una predicación presentando el significado de este acto, según el estudio presente, enfatizándose la necesidad de imitar el ejemplo del Señor en su disposición de humillarse a sí mismo, y de servir.
Debe enfatizarse el hecho de que este acto si no va acompañado de una actitud genuina de humillación y disposición de servir a los demás, carece de sentido.