Un don espiritual es cualquier capacidad que nos da el Espíritu para ministrar en la iglesia y por medio de ella.
Las listas de dones que aparecen en el Nuevo Testamento incluyen diferentes tipos dones.
6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; 7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8 el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.
Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo, y otro de otro.
8 Porque a este es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.
Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.
Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
Los dones ministeriales o funciones carismáticas son parte de este regalo maravilloso que constituyen los dones espirituales, los cuales han sido dados para la edificación de la iglesia de Cristo.
Todos los dones actúan en el poder que nos da Dios.
No hay un tipo de don que sea superior a otro.
27 Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. 28 Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. 29 ¿Son todos apóstoles?, ¿son todos profetas?, ¿todos maestros?, ¿hacen todos milagros? 30 ¿Tienen todos dones de sanidad?, ¿hablan todos lenguas?, ¿interpretan todos? 31 Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente.
13 Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
Aunque el Nuevo Testamento insiste en la universalidad del ministerio dentro del cuerpo de Cristo, también indica que algunos creyentes son apartados de manera exclusiva para funciones concretas dentro del ministerio.
Con frecuencia se menciona al respecto:
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.
De esta manera se obtiene una lista de las que se han llamado en ocasiones “funciones carismáticas” o “dones ministeriales” de la Iglesia Primitiva, diferentes a los “puestos administrativos” (obispo, anciano, diácono), de los que se hace mención especial en el Nuevo Testamento.
El importante papel que desempeñaron los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros en el ministerio de la Iglesia Primitiva está bien atestiguado en el Nuevo Testamento. “puestos administrativos” (obispo, anciano, diácono), de los que se hace mención especial en el Nuevo Testamento.
Referente a los dones ministeriales, el apóstol Pablo escribió:
5 un Señor, una fe, un bautismo, 6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. 7 Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.
No obstante, él nos ha dado a cada uno de nosotros un don especial mediante la generosidad de Cristo. Por eso las Escrituras dicen:
8 Por lo cual dice:
Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad,
Y dio dones a los hombres.
9 Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 10 El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. 11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.
Cristo dio los siguientes dones a la iglesia: los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros.
Ellos tienen la responsabilidad de preparar al pueblo de Dios para que lleve a cabo la obra de Dios y edifique la iglesia, es decir, el cuerpo de Cristo.
Ese proceso continuará:
Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
La validez y vigencia de las funciones carismáticas para nuestra época es incuestionable.
Pablo mismo afirma que este proceso (la edificación de la iglesia a través de todos y cada uno de los dones ministeriales) continuará “hasta que todos alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios”.
En su misericordia, Dios ha dotado a su cuerpo, que es la iglesia, de dones en forma de hombres y mujeres.
En este pasaje vemos que se registran cinco dones:
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.
1.- El apóstol, aquel que establece, planta y fortalece las iglesias (el actual oficio o función del misionero).
2.- El profeta, aquel que pronuncia el mensaje de Dios.
3.- El evangelista, aquel que es llamado a predicar el evangelio.
4.- El pastor, aquel que alimenta y pastorea a los cristianos.
5.- El maestro, aquel que instruye a los cristianos en la Palabra de Dios.
Es importante hacer hincapié en el hecho de que estos
Una persona no llega a ser profeta porque alguien le dé el nombre de profeta; más bien, llega a ser profeta cuando desarrolla la habilidad que Dios le ha dado de obrar como profeta y responde al llamado específico de Dios con un corazón dispuesto.
Estos cinco dones ministeriales o funciones carismáticas también pueden llamarse dones de «equipamiento», los cuales permiten a los redimidos por la sangre de Cristo hacer la obra del ministerio, para que el Cuerpo de Cristo en la tierra (la iglesia) pueda funcionar como representante de Dios.
Más bien, estos hombres y mujeres han sido dotados para equipar al resto del Cuerpo de Cristo.
Por lo tanto, estos dones tampoco nos pertenecen ni se dan por voluntad humana.
Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.
Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
La palabra apóstol (en griego:
Por lo tanto, la función carismática que llamamos “apóstol “describe a alguien que ha sido enviado o comisionado en representación de nuestro Señor Jesucristo.
En el Nuevo Testamento la palabra “apóstol” se utiliza para describir a los discípulos comisionados por Cristo Jesús para la tarea de proclamar su evangelio y sus enseñanzas. El término “apóstol” describe a dos categorías de personas:
1. Los Apóstoles comisionados por Jesús mismo.
Describen exclusivamente a los doce que anduvieron con Jesús a quienes Jesús mismo “les llamo apóstoles”.
12 En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. 13 Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles: 14 a Simón, a quien también llamó Pedro, a Andrés su hermano, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé, 15 Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote, 16 Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor.
A esta categoría pertenecen exclusivamente quienes para ser apóstol en el mismo sentido que los doce y Pablo, era requisito indispensable haber sido testigo ocular y presencial del ministerio de Jesús y de su resurrección.
Por supuesto que es imposible después de morir los contemporáneos de Jesús, haber sido testigo ocular y presencial del ministerio de Jesús y de su resurrección.
21 Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22 comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. 23 Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. 24 Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido.
1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida 2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); 3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
40 A este levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; 41 no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos. 42 Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.
Es importante reconocer que esta sustitución de Judas por Matías es el único reemplazo de un apóstol, precisamente para completar el número de doce.
Matías no era sucesor de Judas sino su reemplazo.
Era importante que mantuvieran los doce Apóstoles para el derramamiento del Espíritu. Lucas había escrito la promesa de Jesús a los Doce:
29 Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, 30 para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.
No hay duda de la importancia de mantener a los 12 apóstoles como un símbolo de las 12 tribus de Israel.
El apostolado tenía que estar completo para la venida del Espíritu y el inicio de una iglesia completamente capacitada para su misión mundial.
Para ser apóstol en el mismo sentido que los doce era requisito indispensable haber sido testigo ocular y presencial del ministerio de Jesús y de su resurrección.
Jesús personalmente comisionó a los apóstoles, y los cuales llegaron a ser el fundamento doctrinal sobre el cual la iglesia primitiva determinó sus enseñanzas.
Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo.
Por el hecho de haber sido testigos de las enseñanzas de Jesús mismo.
21 Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22 comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección.
Esta selección fue hecha por Cristo mismo.
23 Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. 24 Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, 25 para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. 26 Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles.
Después, al morir los doce apóstoles y Pablo, ni el Nuevo Testamento ni la historia de la iglesia narra la elección de algún sucesor de alguno de ellos.
Al morir el apóstol Jacobo, nadie le sucedió o reemplazó.
1 En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles. 2 Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan.
El grupo exclusivo de los doce apóstoles quedó cerrado, como es evidente en:
Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
La condición de Pablo como apóstol fue única.
No fue miembro del grupo de los doce discípulos ni estaba presente durante las apariciones de Cristo después de su resurrección; su llamado como apóstol vino en una visión del Señor resucitado posterior y separada.
9 Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, 2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. 3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; 4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 5 Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 6 Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. 7 Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. 8 Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, 9 donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. 10 Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor. 11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora, 12 y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista. 13 Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; 14 y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. 15 El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; 16 porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. 17 Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 18 Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. 19 Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.
4 Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres; 5 como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados. 6 Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo; 7 y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 8 Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues. 9 Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo. 10 Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas. 11 Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco. 12 Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban, 13 vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré. 14 Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. 15 Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. 16 Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.
9 Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; 10 lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto. 11 Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extranjeras. 12 Ocupado en esto, iba yo a Damasco con poderes y en comisión de los principales sacerdotes, 13 cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo. 14 Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 15 Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. 16 Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, 17 librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, 18 para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.
El informe de Pablo de su conversión demuestra la autenticidad y el poder de su llamado a ser un apóstol de Jesucristo.
Como los Doce Apóstoles, reconoció que la función de apóstol era dada o conferida por un llamado personal en las apariciones de Cristo después de su resurrección.
5 y que apareció a Cefas, y después a los doce. 6 Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. 7 Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles.
2. Otros discípulos de Jesús que no fueron parte de los doce apóstoles pero que fueron comisionados y enviados a servir por las iglesias locales.
Sin embargo, esto no significa que la función carismática del apóstol haya desaparecido de la iglesia del siglo XXI; de hecho, aún tenemos entre nosotros otro tipo de apóstoles que continuará hasta que Cristo venga, que son aquellos que son comisionados y enviados a servir por las iglesias locales como misioneros.
El término “apóstol” se deriva del verbo
Por eso, el sentido más general de la palabra
De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.
Un aspecto más específico de este sentido ocurre en
En cuanto a Tito, es mi compañero y colaborador para con vosotros; y en cuanto a nuestros hermanos, son mensajeros de las iglesias, y gloria de Cristo.
Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades.
En este sentido, la palabra “apóstol” significa “misionero”, que es el equivalente en latín (del verbo
Dicho de otra manera, y lejos de representar un título de autoridad universal sobre la iglesia como en el caso de los Doce, el término apóstol llegó a utilizarse dentro de la iglesia para describir también a creyentes que hacen la tarea que los apóstoles hacían,
Estos siervos enviados o comisionados por las iglesias (apóstoles) no son columnas o fundamentos de la iglesia como los doce Apóstoles, simplemente hacen la función de lo que hoy llamamos misioneros.
Describe el ministerio de personas comisionadas por la iglesia local para proclamar el evangelio, servir, instruir, o plantar nuevas iglesias en otros lugares.
Es en este sentido que el ministerio apostólico continúa en la actualidad.
Sólo en el sentido de misioneros o de delegados congregacionales, no como grado jerárquico ni títulos y autoridades.
Los misioneros en el Nuevo Testamento fueron llamados apóstoles, pero sin representar un título de autoridad universal sobre la iglesia como en el caso de los Doce Apóstoles que Jesús Eligio:
Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces.
Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo.
En cuanto a Tito, es mi compañero y colaborador para con vosotros; y en cuanto a nuestros hermanos, son mensajeros de las iglesias, y gloria de Cristo.
El texto griego dice que "...y en cuanto a nuestros hermanos, son
Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo.
¿A qué apóstoles se refiere aquí Pablo? A él mismo (Pablo), a Silvano y a Timoteo.
Los 3 eran misioneros y se desempeñaban como tales.
Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud.
Este Santiago era el hermano del Señor Jesús constituido como apóstol a los judíos en la dispersión.
7 Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; 8 y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.
Mas tuve por necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades.
Aquí como en el caso de Tito, los traductores, prefieren traducirlo “vuestro mensajero”, aunque el original griego dice claramente
Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros
Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres.
Note que Apolos, otro misionero, es llamado apóstol.
Siendo que el Nuevo Testamento no provee instrucciones para el nombramiento de futuros apóstoles, tales puestos contemporáneos no son esenciales a la salud ni al crecimiento de la iglesia, ni a su naturaleza apostólica.
Aunque entendemos que no es necesario, algunas iglesias quizás en buena fe y cuidadosa definición bíblica, escogerán nombrar a algunos líderes apóstoles.
Obviamente, los apóstoles contemporáneos no han visto al Señor resucitado ni han sido comisionados por Él de la misma manera que “los apóstoles de Jesucristo,” ni van a añadir sus enseñanzas al canon de las Escrituras.
Se supone que demostrarán las otras características de un apóstol que se encuentran en el Nuevo Testamento.
La función de apóstol se manifiesta cuando la iglesia de Jesucristo está siendo establecida en medio de los no-evangelizados.
Como, iglesia deseamos con fervor que haya una generación de hombres y mujeres que hagan función de apóstoles: esto es llevar el evangelio con señales a las personas aquí en Estados Unidos y en cualquier parte del mundo que todavía no han escuchado o entendido el Evangelio de Salvación.
Durante el primer siglo de la iglesia existía el oficio de apóstol, y el don espiritual del apostolado.
El oficio o cargo de apóstol fue ejercido por los doce discípulos de Jesús además de Matías, quien ocupó el puesto de Judas, y Pablo.
Los apóstoles fueron escogidos especialmente por Cristo:
13 Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. 14 Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, 15 y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: 16 a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; 17 a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; 18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, 19 y Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa.
La selección del sustituto de Judas se encuentra en:
20 Porque está escrito en el libro de los Salmos:
Sea hecha desierta su habitación,
Y no haya quien more en ella;
y:
Tome otro su oficio.
21 Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22 comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. 23 Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. 24 Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, 25 para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. 26 Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles.
Note en este pasaje que al cargo de Judas se le llama "oficio."
También debe tenerse en cuenta que Pablo fue escogido por Cristo:
8 y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. 9 Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.
Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos).
6 Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron. 7 Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión 8 (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), 9 y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión.
A estos hombres Jesús les dio la tarea de colocar las bases de la iglesia universal.
Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo.
En el primer siglo fueron creadas las bases de la iglesia universal.
Es por esto que el oficio de apóstol ya no es ejercido.
Una vez que el fundamento ha sido creado ya no necesitamos fundadores.
También existía el don espiritual del apostolado (éste no debe confundirse con el oficio—son distintos).
Entre los que tenían solo el don espiritual del apostolado y no el oficio del apostolado se encontraban:
Santiago:
Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles.
Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor.
Bernabé.
Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces.
Andrónico y Junías.
Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo.
Silas y Timoteo.
Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Apolos.
Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros.
Este último grupo tenía el don del apostolado, pero no el "oficio" apostólico conferido a los doce apóstoles y a Pablo.
Aquellos que tuvieron el don del apostolado, entonces, fueron aquellos que llevaron el mensaje del evangelio con la autorización de Dios.
La palabra apóstol significa "enviado como delegado autorizado." Esto era cierto con los que ejercían el oficio de apóstol (como Pablo) y con los que tenían el don espiritual (como Apolos).
Cambio de Vida Church of God, Inc, solo reconoce a los apóstoles actuales en el sentido de misioneros o de delegados congregacionales y no como grado jerárquico ni títulos y autoridades.
Sin embargo, Cambio de Vida Church of God, Inc si ejerce la función ministerial de apóstol que en este caso es de misioneros o de delegados congregacionales.
La función apostólica normalmente viene en el contexto de abrir nuevas obras en un área no evangelizada o con personas no alcanzadas.
Cambio de Vida Church of God, Inc solo reconoce los ministros certificados, como:
Las cartas pastorales 1 y 2 Timoteo, y Tito no proveen información acerca del nombramiento de apóstoles y el libro de los Hechos no indica que tal provisión fuera dada en las iglesias establecidas en los viajes misioneros.
Los apóstoles no nombraron ni apóstoles ni profetas sino ancianos.
Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.
Cambio de Vida Church of God, Inc nombran a lideres locales como diáconos y ancianos.
Cambio de Vida Church of God, Inc cree en el gobierno congregacional de la iglesia y en la madurez de la iglesia local para gobernarse a sí misma según las Escrituras y la guianza del Espíritu Santo.
Y omitimos completamente estructuras doctrinales de apóstoles contemporáneos ya que sus énfasis teológicos y doctrinales excesivos o erróneos y autoritarios rayan en lo herético.
Contrario de los apóstoles contemporáneos Cambio de Vida Church of God, Inc cree rotundamente que los dones de liderazgo no son dados para la exaltación de unos pocos, sino para la capacitación de todo el pueblo de Dios para el ministerio.
Conclusión:
Los apóstoles son testigos de Cristo a las naciones, fundan nuevas congregaciones, predican la Palabra de Dios, acompañándola con poderosas señales sobrenaturales y milagros, y confirman a la Iglesia en la fe.
Este don ministerial corresponde actualmente con el llamado del misionero.
4 Y al pasar por las ciudades, les entregaban las ordenanzas que habían acordado los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén, para que las guardasen. 5 Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día.
Escribir texto biblico
La función carismática del profeta continúa vigente en nuestra época.
El Nuevo Testamento deja clara evidencia de ello.
Sin embargo, pocas palabras están tan malentendidas como las palabras «profecía, profetizar» y pocos ministerios son tan mal entendido como el de profeta.
Se da por sentado que profetizar es vaticinar eventos futuros u otras veces que es la manifestación abierta de información secreta.
De hecho, eso es el concepto pagano del término (los oráculos griegos, la Sibila, Nostradamus, el horóscopo).
Entonces surgen falsos profetas que se creen dueños de la palabra divina y no permiten el cuestionamiento ni lo toleran.
Es claro que Dios conoce el futuro, y lo ha revelado, pero no sólo para que conozcamos cosas del mañana, sino para que cumplamos su voluntad hoy, en el presente, a la luz del porvenir.
Los profetas, en el sentido bíblico, no eran ni son futurólogos, mucho menos adivinos ni pitonisas.
No eran profetas porque vaticinaban el futuro sino porque entendían el presente a la luz de la voluntad de Dios.
Si no predecían nada futuro, no eran menos profetas.
El profeta es profeta porque trae un mensaje de Dios para el pueblo y para los pueblos.
Estudiosos de las escrituras, analizando bien las acciones y los escritos de los profetas hebreos, han encontrado lo esencial y definitivo del profetismo en su doble función de denuncia y de anuncio.
Denuncian los pecados e injusticias, tanto fuera de Israel, como dentro del pueblo de Dios.
Su lenguaje es fuerte, no siempre amable (igual que el de Jesús).
Anuncian juicio y salvación para Israel y las demás naciones y hasta una nueva creación.
Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.
Para hacer todo eso, los profetas deben ser como los hijos de Isacar,
De los hijos de Isacar, doscientos principales, entendidos en los tiempos, y que sabían lo que Israel debía hacer, cuyo dicho seguían todos sus hermanos.
Los profetas son profetas porque ven su mundo con los ojos de Dios y sus corazones arden con celo por la voluntad de Dios.
Entre las congregaciones que fundó Pablo, hubo dos extremos en cuanto a la profecía y el ministerio profético.
En Tesalónica apagaban al Espíritu, despreciando las profecías.
19 No apaguéis al Espíritu. 20 No menospreciéis las profecías. 21 Examinadlo todo; retened lo bueno.
A ellos, Pablo les manda dejar de actuar así, pero a “someterlo todo a prueba”, es decir, ni rechazar las profecías de antemano ni tampoco creerlas ciegamente, sino examinarlas y retener lo bueno.
Tenía que tomar las profecías más en serio, pero con discernimiento maduro, para no ser engañados por falsos profetas.
Queda claro que en Corinto existía el otro extremo.
Su tendencia de sobrevalorar los dones carismáticos los llevaba a exageraciones, abusos y en general mucho desorden.
29 Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. 30 Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. 31 Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados. 32 Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; 33 pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz.
Este pasaje nos habla de mensajes proféticos que surgían espontáneamente en medio del culto.
Eran profetas congregacionales en Corinto, más de veinte años después del Pentecostés.
Parece que eran muchos, tanto que Pablo tuvo que ordenar la situación.
Tal como el texto lo deje entrever, con una libertad a veces excesiva, casi todos en la congregación de Corinto querían hablar lenguas y profetizar, aparentemente creyendo que las lenguas y las profecías fueran Palabra de Dios sin mediación humana falible y hasta pecaminosa.
A ellos Pablo les manda poner en orden su conducta, a profetizar uno a la vez y no más de dos o tres en cada culto, Además, al mandar que «los demás juzguen» cada profecía (
Por las palabras de Pablo resulta más que obvio que la profecía no funciona aquí como revelación infalible al mismo nivel que la Biblia, sino como don carismático de la congregación.
Nótese que los verbos “examinar” y “juzgar” en estos textos están en el modo imperativo.
Todos los fieles, como portadores/as del Espíritu de Dios, tienen el deber de aportar a la valoración crítica de las profecías y demás mensajes.
La palabra profética va para la comunidad de fe, y por eso todos ellos (
La iglesia debe escuchar la profecía y recibirla con respeto, pero con discernimiento crítico.
19 No apaguéis al Espíritu. 20 No menospreciéis las profecías. 21 Examinadlo todo; retened lo bueno.
El Nuevo Testamento evidencia la continuidad del ministerio profético en la Iglesia de Cristo como función en tres lugares.
1 Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. 2 Ministrando estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. 3 Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.
En estos textos bíblicos se mencionan como profetas a Bernabé, a Simón el que se llamaba Níger, a Lucio de Cirene, a Manaén, y Saulo.
Y Judas y Silas, como ellos también eran profetas, consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras.
En estos textos bíblicos se mencionan como profetas a Judas y Silas.
8 Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él. 9 Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban.
En estos textos bíblicos se mencionan a cuatro hijas de Felipe el evangelista que profetizaban.
10 Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo, 11 quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles.
En el orden del Antiguo Testamento, Dios llamó profetas con el mandato de anunciar y escribir Su revelación autoritativa para el pueblo; es decir, escribir los libros de la Biblia bajo la inspiración del Espíritu Santo.
Debe destacarse que ninguno de los profetas mencionados explícitamente en el Nuevo Testamento escribió un libro de la Biblia. Ellos tenían simplemente la función de animar, exhortar y advertir a los hermanos con lo que Dios les revelaba.
Y Judas y Silas, como ellos también eran profetas, consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras.
Aunque los profetas del orden del Nuevo Testamento no tienen el mismo peso como en el Antiguo Testamento, su función sigue siendo importante.
Aunque no están puestos para revelar verdades eternas y autoritativas de la fe, sí tienen la función de anunciar en situaciones específicas lo que el Señor quiere decir a una persona o iglesia en particular.
Así, la profecía es una de las pocas funciones en la iglesia que concretiza lo que es el gran privilegio del Nuevo Pacto: tener acceso directo a Dios, estar en comunión con Él y conocer Su corazón.
Y concientiza a la gente que el único mediador entre Dios y los hombres es Jesús, jamás se pone como un semi mediador entre Dios y los hombres.
Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.
Cambio de Vida Church of God, Inc, solo reconoce a los profetas actuales en el sentido de ejercitar el don de la profecía, no como oficio ni estructura jerárquica ni títulos y autoridades.
Sin embargo, Cambio de Vida Church of God, Inc si ejerce la función ministerial de profeta que en este caso es de ejercitar el don de la profecía.
Cambio de Vida Church of God, Inc solo reconoce los ministros certificados, como:
Las cartas pastorales 1 y 2 Timoteo, y Tito no proveen información acerca del nombramiento de profetas y el libro de los Hechos no indica que tal provisión fuera dada en las iglesias establecidas en los viajes misioneros.
Los apóstoles no nombraron ni apóstoles ni profetas sino ancianos.
Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.
Cambio de Vida Church of God, Inc nombran a lideres locales como diáconos y ancianos.
Conclusión:
El profeta es un portavoz o vocero de Dios que denuncia el pecado y nos comunica algo particular proveniente de Dios.
Las palabras del profeta deben estar en perfecta concordancia con la Biblia para que el mensaje tenga la debida autoridad divina.
El profeta al declarar una palabra debe cumplir tres aspectos fundamentales para ser de Dios, ellos son: “edificar, exhortar y consolar” a los receptores.
Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.
Nuestra palabra “evangelista” proviene del vocablo griego “
Un evangelista es entonces uno que se dedica enteramente a “proclamar (predicar) el evangelio”, especialmente el mensaje de salvación.
El término evangelista se usa sólo tres veces en el Nuevo Testamento.
Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él.
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.
Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.
No obstante, Pablo enumera al evangelista como uno de los dones ministeriales de la iglesia.
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.
Solamente Felipe es llamado específicamente un “evangelista”.
Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él.
Pero trabajadores tales como Timoteo, Lucas, Clemente y Epafras pueden haber funcionado como evangelistas.
Timoteo.
Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.
Lucas.
Y enviamos juntamente con él al hermano cuya alabanza en el evangelio se oye por todas las iglesias.
Clemente.
Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a estas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
Epafras.
Como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros.
Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere.
Un evangelista es alguien que anuncia las buenas nuevas; en otras palabras, un predicador itinerante del evangelio.
Una persona con el don de evangelismo o la función carismática de evangelista a menudo es alguien que viaja de un lugar a otro para predicar el evangelio y hacer un llamado al arrepentimiento.
Puesto que Felipe es la persona a la que específicamente se le llamó evangelista en la Escritura, estudiar su vida y ministerio nos ayuda a esclarecer las funciones de este don ministerial.
El Nuevo Testamento nos dice que Felipe había sido uno de los siete escogidos para ministrar a las viudas y necesitados.
2 Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. 3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 4 Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. 5 Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía.
La labor evangelística previa de Felipe fue en Samaria.
4 Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. 5 Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. 6 Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. 7 Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían estos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; 8 así que había gran gozo en aquella ciudad.
Felipe “proclamó el Mesías” a los samaritanos e hizo milagros, entre los cuales estaban el expulsar demonios y sanar paralíticos.
La presencia de Pedro y Juan en Samaria y la permanencia del Espíritu en los creyentes samaritanos confirmaron el ministerio de Felipe allí.
Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.
Como evangelista, Felipe había predicado el evangelio y, cuando los samaritanos creyeron y recibieron el Espíritu, fueron acogidos en la iglesia.
El trabajo de Felipe en llevar la salvación a los perdidos es lo que los llamados evangelistas han hecho desde entonces.
El ministerio de Felipe como evangelista continúa en Hechos 8 cuando él es guiado por un ángel para ir al camino desértico hacia Gaza.
En el camino se encontró con un eunuco etíope, un funcionario de la reina de Etiopía.
Felipe abre el entendimiento del hombre respecto a la Palabra de Dios, y el eunuco es salvo.
Felipe bautiza al hombre, y el Espíritu Santo arrebata a Felipe.
39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino. 40 Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea.
Donde quiera que iba, Felipe compartía el evangelio.
Así pues, el ministerio de Felipe establece un modelo de lo que es, y debe hacer, un evangelista según el Nuevo Testamento.
Felipe predicaba la palabra de Dios, declarando específicamente el centro del evangelio, que es Cristo el Salvador, les predicaba a Cristo.
4 Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. 5 Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo.
Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.
Hubo muchos que creyeron y fueron bautizados.
Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.
Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.
Milagros de sanidad siguieron a su predicación y muchos fueron librados de espíritus demoníacos.
Los milagros de sanidad dieron mayor efectividad al ministerio de Felipe.
6 Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. 7 Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían estos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; 8 así que había gran gozo en aquella ciudad.
Felipe estaba listo para testificar de Cristo como Salvador, tanto en ciudades enteras, como a un solo individuo.
Dejando Samaria, fue dirigido al carruaje del tesorero de Etiopía, a quien llevó a Cristo.
Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto.
35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. 36 Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? 37 Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. 38 Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.
El verdadero ganador de almas tiene una pasión por las almas que lo hace adaptable al evangelismo en masa y al evangelismo personal.
El ministerio evangelístico de Felipe lo llevó de ciudad en ciudad.
Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea.
El cuadro del evangelista del Nuevo Testamento y de la época post-apostólica, era el de uno predicando el mensaje evangélico de salvación de iglesia en iglesia y de ciudad en ciudad.
Eusebio de Cesarea, el gran historiador de la iglesia del siglo cuarto describió a los evangelistas como aquellos que esparcían las semillas salvadoras del reino de los cielos, tanto lejos como cerca, y a través del mundo entero, llenos del deseo de predicar a Cristo, a los que todavía no habían oído la palabra de fe (Historia Eclesiástica, Libro II).
Ciertamente, el oficio del evangelista será necesario hasta que la iglesia llegue a la madurez de Cristo mismo.
Las buenas nuevas deben ser compartidas.
11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
Conclusión:
El evangelista tiene la función de predicar las buenas nuevas de salvación al mundo perdido; aquéllos llamados por el Señor para desempeñar este ministerio tienen una gracia divina especial para ganar almas para Cristo, Dios les capacita para llevar un mensaje que toque corazones, redarguya las conciencias y ofrezca las respuestas que el hombre necesita.
Los “pastores” son tal vez la función carismática o don ministerial más conocido dentro de la iglesia de Cristo y se suelen identificar como “los que dirigen” a una iglesia local.
El moderno oficio de “pastor” parece coincidir con la posición bíblica de obispo (gr.
1 Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. 2 Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; 3 no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; 4 que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad 5 (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); 6 no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 7 También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.
5 Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; 6 el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. 7 Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas.
Sin embargo, el término “obispo” se convirtió en el usado de manera más prominente para este ministerio, porque subrayaba la responsabilidad espiritual y la supervisión de la iglesia local.
El término griego
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.
Sin embargo, el concepto o función de pastor aparece por todas partes en las Escrituras.
Como lo sugiere el nombre, pastor es aquél que cuida de las ovejas.
La relación entre estos tres términos de “obispo”, “presbítero” y “pastor” queda clara en:
16 Porque Pablo se había propuesto pasar de largo a Éfeso, para no detenerse en Asia, pues se apresuraba por estar el día de Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalén. 17 Enviando, pues, desde Mileto a Éfeso, hizo llamar a los ancianos de la iglesia.
Pablo manda llamar a los ancianos (gr.
28 Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, [gr.
], para apacentar [gr. epískopoi ] la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. poimáino
El modelo de Dios para edificar Su iglesia incluye usar hombres con la función carismática de pastor.
De acuerdo con la Biblia, las responsabilidades y funciones de los pastores en los tiempos actuales, como las de los pastores de la época neotestamentaria, son muchas y variadas:
Supervisar la iglesia.
Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea
El principal significado de la palabra obispo es «supervisor».
La responsabilidad del pastor es la supervisión general del ministerio y el funcionamiento de la iglesia.
Esto incluiría el manejo de finanzas dentro de la iglesia.
29 Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea; 30 lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.
Gobernar la iglesia.
5 Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: 2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. 4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.
Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.
La palabra que se traduce como «gobernar», significa literalmente «comparecer ante». La idea es guiar o asistir, con un énfasis en ser una persona que cuida de manera diligente.
Esto incluiría la responsabilidad de ejercer la disciplina en la iglesia y reprobar a aquellos que se han apartado de la fe.
15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.
11 Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. 12 Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? 13 Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros.
Una responsabilidad oficial del pastor es gobernar la iglesia, y su enfoque principalmente debe ser espiritual, atendiendo asuntos tales como edificar a los creyentes y equipar a los santos para la obra del ministerio.
A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.
Sin embargo, dicha autoridad debe ejercerse sin abusos, pues un pastor no es un dictador.
9 Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. 10 Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia.
El Espíritu Santo a través del Apóstol Pedro nos da una descripción maravillosa de lo que es un ministerio pastoral equilibrado:
2 Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.
La autoridad del pastor no es para que él se «enseñoree» de la iglesia; más bien, un pastor debe ser un ejemplo de verdad, de amor y de piedad, para que el rebaño de Dios lo pueda seguir.
Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.
Un pastor es un “administrador de Dios”
Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas.
Un pastor es él es responsable ante Dios por su liderazgo en la iglesia.
El pastor tiene una tarea de «alimentar el rebaño» con la Palabra de Dios y de cuidarlos guiarlos en la forma adecuada.
(pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?).
Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.
El pastor tiene la responsabilidad de mantener la doctrina de la iglesia a través de la instrucción adecuada.
Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar.
Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.
Retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen
La enseñanza de los apóstoles fue encomendada a “hombres fieles” que enseñarían también a otros, preservando la integridad del evangelio, es uno de los llamados más grandes del pastor quien debe, a su vez, saber enseñar.
Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.
Con respecto a este último aspecto de su responsabilidad, se observa con frecuencia que los papeles de pastor y de maestro parecen tener mucho en común en el Nuevo Testamento.
Aunque la función de “maestro” es mencionada en otros lugares separada de la de “pastor”.
Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.
El pastor brinda consejo, corrección, aliento y consolación.
Vela por las ovejas que Dios ha puesto a su cargo y es responsable por cada una de ellas, por ello la Biblia aconseja al cristiano someterse a la autoridad del pastor.
Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.
Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.
Los maestros son dones de Cristo a la Iglesia.
Aparecen en orden histórico en la fundación y consolidación de la Iglesia, y no en una especie de rangos de autoridad.
Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.
Los maestros constituyen un don dado por el Espíritu Santo.
Permitiéndole a un creyente comunicar eficazmente las verdades de la Biblia a los demás.
6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; 7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8 el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.
Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.
11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.
En muchos casos, pero no siempre, se usa en el contexto de la iglesia local.
El don de la enseñanza implica el análisis y la proclamación de la Palabra de Dios, explicando el significado, el contexto y la aplicación a la vida del oyente.
El que tiene el don de ser maestro es aquel que tiene la habilidad única para instruir y comunicar claramente el conocimiento, concretamente las doctrinas de la fe y las verdades de la Biblia.
Por su instrucción hace que otras personas aprendan.
El propósito de la enseñanza del maestro es llevar a la iglesia a la unidad, el crecimiento, la madurez y la capacitación para el servicio.
Esa misma enseñanza debe tener la habilidad de cambiar la vida de las personas con la enseñanza de la doctrina.
El apóstol Pablo es mencionado en el Nuevo Testamento como poseedor de este don ministerial o capacitador.
Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad.
La función carismática del maestro es un don sobrenatural del Espíritu Santo, no una mera habilitad o talento humano.
Una persona sin este don puede entender la Biblia mientras la escucha o la lee, pero no la puede explicar como lo hace una persona que tiene el don.
Aunque el ser humano puede, mediante el estudio y la preparación secular, desarrollarse ciertas habilidades y destrezas en la enseñanza, el don espiritual del maestro no es algo que se pueda aprender o adquirir.
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Esto pareciera implicar que el pastor también es un maestro.
Esto se debe a que un pastor es uno que cuida de su gente, de la misma manera que un pastor de ovejas cuida su rebaño.
Así como un pastor alimenta a su rebaño, el pastor tiene también la responsabilidad de enseñar a su pueblo el alimento espiritual de la Palabra de Dios.
De esta forma, la Iglesia es edificada a través del uso de este don, mientras las personas escuchan la Palabra de Dios, su significado y cómo aplicarla a sus propias vidas.
Dios ha levantado a muchos con este don para levantar a la gente en su fe y permitirles crecer en toda sabiduría y conocimiento.
Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.
Hay varios contextos en los cuales este don puede ser utilizado hoy en día:
El que tiene este don ministerial puede, al igual que Jesús, enseñar, explicar y exponer con autoridad el sentido del texto bíblico.
Porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Y estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen?
Conclusión:
Los maestros se encargan específicamente de escudriñar y profundizar el estudio de la Palabra de Dios para ofrecer entendimiento al resto de los miembros de la iglesia; así como el velar por la sana doctrina dentro del Cuerpo de Cristo.
El maestro tiene la capacidad divina de explicar lo que la Biblia dice, interpretar lo que significa aplicarlo a los corazones de los santos en la Iglesia.