Discipulado Nivel 03: Conociendo nuestra declaración de fe.
Lección 15:
Artículo doctrinal 14.
Creemos:En los cinco Ministerios:
1) Apóstoles: sólo en el sentido de misioneros o de delegados congregacionales, no como grado jerárquico ni títulos y autoridades.
2) Profetas: Solo en el sentido de ejercitar el don de la profecía, no como oficio ni estructura jerárquica ni títulos y autoridades.
3) Evangelistas: Dios llama a algunos especialmente para este oficio para proclamar las buenas nuevas de salvación en Jesucristo a los incrédulos, pero también la tarea de evangelismo es de todos los creyentes redimidos por la sangre de Cristo.
4) Pastores: Dios llama a los pastores para cuidar, apacentar, dirigir, enseñar, orar, disciplinar, amar y alimentar espiritualmente las ovejas de su congregación local que están bajo su cuidado pastoral.
5) Maestros: Dios llama a los maestros para ayudar a otros a entender la Palabra de Dios y el plan de Dios y fundamentan a los creyentes sobre la roca que es Cristo Jesús.
Un don espiritual es cualquier capacidad que nos da el Espíritu para ministrar en la iglesia y por medio de ella.
Las listas de dones que aparecen en el Nuevo Testamento incluyen diferentes tipos dones.
Los dones ministeriales o funciones carismáticas son parte de este regalo maravilloso que constituyen los dones espirituales, los cuales han sido dados para la edificación de la iglesia de Cristo.
Todos los dones actúan en el poder que nos da Dios.
No hay un tipo de don que sea superior a otro.
Aunque el Nuevo Testamento insiste en la universalidad del ministerio dentro del cuerpo de Cristo, también indica que algunos creyentes son apartados de manera exclusiva para funciones concretas dentro del ministerio.
Con frecuencia se menciona al respecto:
De esta manera se obtiene una lista de las que se han llamado en ocasiones “funciones carismáticas” o “dones ministeriales” de la Iglesia Primitiva, diferentes a los “puestos administrativos” (obispo, anciano, diácono), de los que se hace mención especial en el Nuevo Testamento.
El importante papel que desempeñaron los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros en el ministerio de la Iglesia Primitiva está bien atestiguado en el Nuevo Testamento. “puestos administrativos” (obispo, anciano, diácono), de los que se hace mención especial en el Nuevo Testamento.
Referente a los dones ministeriales, el apóstol Pablo escribió:
No obstante, él nos ha dado a cada uno de nosotros un don especial mediante la generosidad de Cristo. Por eso las Escrituras dicen:
Cristo dio los siguientes dones a la iglesia: los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros.
Ellos tienen la responsabilidad de preparar al pueblo de Dios para que lleve a cabo la obra de Dios y edifique la iglesia, es decir, el cuerpo de Cristo.
Ese proceso continuará:
La validez y vigencia de las funciones carismáticas para nuestra época es incuestionable.
Pablo mismo afirma que este proceso (la edificación de la iglesia a través de todos y cada uno de los dones ministeriales) continuará “hasta que todos alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios”.
En su misericordia, Dios ha dotado a su cuerpo, que es la iglesia, de dones en forma de hombres y mujeres.
En este pasaje vemos que se registran cinco dones:
1.- El apóstol, aquel que establece, planta y fortalece las iglesias (el actual oficio o función del misionero).
2.- El profeta, aquel que pronuncia el mensaje de Dios.
3.- El evangelista, aquel que es llamado a predicar el evangelio.
4.- El pastor, aquel que alimenta y pastorea a los cristianos.
5.- El maestro, aquel que instruye a los cristianos en la Palabra de Dios.
Es importante hacer hincapié en el hecho de que estos no son títulos, sino funciones carismáticas o dones.
Una persona no llega a ser profeta porque alguien le dé el nombre de profeta; más bien, llega a ser profeta cuando desarrolla la habilidad que Dios le ha dado de obrar como profeta y responde al llamado específico de Dios con un corazón dispuesto.
Estos cinco dones ministeriales o funciones carismáticas también pueden llamarse dones de «equipamiento», los cuales permiten a los redimidos por la sangre de Cristo hacer la obra del ministerio, para que el Cuerpo de Cristo en la tierra (la iglesia) pueda funcionar como representante de Dios.
Más bien, estos hombres y mujeres han sido dotados para equipar al resto del Cuerpo de Cristo.
Por lo tanto, estos dones tampoco nos pertenecen ni se dan por voluntad humana.
LOS APÓSTOLES
La palabra apóstol (en griego: Απόστολος) significa enviado o comisionado.
Por lo tanto, la función carismática que llamamos “apóstol “describe a alguien que ha sido enviado o comisionado en representación de nuestro Señor Jesucristo.
En el Nuevo Testamento la palabra “apóstol” se utiliza para describir a los discípulos comisionados por Cristo Jesús para la tarea de proclamar su evangelio y sus enseñanzas. El término “apóstol” describe a dos categorías de personas:
1. Los Apóstoles comisionados por Jesús mismo. Describen exclusivamente a los doce que anduvieron con Jesús a quienes Jesús mismo “les llamo apóstoles”.
A esta categoría pertenecen exclusivamente quienes para ser apóstol en el mismo sentido que los doce y Pablo, era requisito indispensable haber sido testigo ocular y presencial del ministerio de Jesús y de su resurrección.
Por supuesto que es imposible después de morir los contemporáneos de Jesús, haber sido testigo ocular y presencial del ministerio de Jesús y de su resurrección.
Es importante reconocer que esta sustitución de Judas por Matías es el único reemplazo de un apóstol, precisamente para completar el número de doce.
Matías no era sucesor de Judas sino su reemplazo.
Era importante que mantuvieran los doce Apóstoles para el derramamiento del Espíritu. Lucas había escrito la promesa de Jesús a los Doce:
No hay duda de la importancia de mantener a los 12 apóstoles como un símbolo de las 12 tribus de Israel.
El apostolado tenía que estar completo para la venida del Espíritu y el inicio de una iglesia completamente capacitada para su misión mundial.
Para ser apóstol en el mismo sentido que los doce era requisito indispensable haber sido testigo ocular y presencial del ministerio de Jesús y de su resurrección.
Jesús personalmente comisionó a los apóstoles, y los cuales llegaron a ser el fundamento doctrinal sobre el cual la iglesia primitiva determinó sus enseñanzas.
Por el hecho de haber sido testigos de las enseñanzas de Jesús mismo.
Esta selección fue hecha por Cristo mismo.
Después, al morir los doce apóstoles y Pablo, ni el Nuevo Testamento ni la historia de la iglesia narra la elección de algún sucesor de alguno de ellos.
Al morir el apóstol Jacobo, nadie le sucedió o reemplazó.
El grupo exclusivo de los doce apóstoles quedó cerrado, como es evidente en:
EL CASO ESPECIAL DEL APÓSTOL PABLO.
La condición de Pablo como apóstol fue única.
No fue miembro del grupo de los doce discípulos ni estaba presente durante las apariciones de Cristo después de su resurrección; su llamado como apóstol vino en una visión del Señor resucitado posterior y separada.
El informe de Pablo de su conversión demuestra la autenticidad y el poder de su llamado a ser un apóstol de Jesucristo.
Como los Doce Apóstoles, reconoció que la función de apóstol era dada o conferida por un llamado personal en las apariciones de Cristo después de su resurrección.
2. Otros discípulos de Jesús que no fueron parte de los doce apóstoles pero que fueron comisionados y enviados a servir por las iglesias locales.
Sin embargo, esto no significa que la función carismática del apóstol haya desaparecido de la iglesia del siglo XXI; de hecho, aún tenemos entre nosotros otro tipo de apóstoles que continuará hasta que Cristo venga, que son aquellos que son comisionados y enviados a servir por las iglesias locales como misioneros.
El término “apóstol” se deriva del verbo apostellô, que significa simplemente “enviar”.
Por eso, el sentido más general de la palabra apostolos, como en Juan 13:16, es cualquier persona enviada en cualquier misión.
Un aspecto más específico de este sentido ocurre en 2 Corintios 8:23 y Filipenses 2:25 cuando mencionan “los mensajeros de las iglesias” (apostoloi ekkêsiôn), como delegados comisionados por las congregaciones para alguna tarea de carácter misionero.
En este sentido, la palabra “apóstol” significa “misionero”, que es el equivalente en latín (del verbo mitto, misi, “enviar”).
Dicho de otra manera, y lejos de representar un título de autoridad universal sobre la iglesia como en el caso de los Doce, el término apóstol llegó a utilizarse dentro de la iglesia para describir también a creyentes que hacen la tarea que los apóstoles hacían, es decir, que son comisionados o enviados por las iglesias para evangelizar, plantar nuevas iglesias, y/o apoyar con la enseñanza (el discipulado) en iglesias ya existentes.
Estos siervos enviados o comisionados por las iglesias (apóstoles) no son columnas o fundamentos de la iglesia como los doce Apóstoles, simplemente hacen la función de lo que hoy llamamos misioneros.
Describe el ministerio de personas comisionadas por la iglesia local para proclamar el evangelio, servir, instruir, o plantar nuevas iglesias en otros lugares.
Es en este sentido que el ministerio apostólico continúa en la actualidad.
Sólo en el sentido de misioneros o de delegados congregacionales, no como grado jerárquico ni títulos y autoridades.
Los misioneros en el Nuevo Testamento fueron llamados apóstoles, pero sin representar un título de autoridad universal sobre la iglesia como en el caso de los Doce Apóstoles que Jesús Eligio:
El texto griego dice que "...y en cuanto a nuestros hermanos, son “apostoloi” de las iglesias.” Así que la traducción exacta es que Tito y otros cuyos nombres allí no se mencionan son apóstoles de las iglesias puesto que desempeñaban labores misioneras y de apoyo a los apóstoles originales.
¿A qué apóstoles se refiere aquí Pablo? A él mismo (Pablo), a Silvano y a Timoteo.
Los 3 eran misioneros y se desempeñaban como tales.
Este Santiago era el hermano del Señor Jesús constituido como apóstol a los judíos en la dispersión.
Aquí como en el caso de Tito, los traductores, prefieren traducirlo “vuestro mensajero”, aunque el original griego dice claramente “apostolôn” (por la forma del genitivo), o literalmente “vuestro apóstol”, ya que realizaba labores misioneras.
Note que Apolos, otro misionero, es llamado apóstol.
Siendo que el Nuevo Testamento no provee instrucciones para el nombramiento de futuros apóstoles, tales puestos contemporáneos no son esenciales a la salud ni al crecimiento de la iglesia, ni a su naturaleza apostólica.
Aunque entendemos que no es necesario, algunas iglesias quizás en buena fe y cuidadosa definición bíblica, escogerán nombrar a algunos líderes apóstoles.
Obviamente, los apóstoles contemporáneos no han visto al Señor resucitado ni han sido comisionados por Él de la misma manera que “los apóstoles de Jesucristo,” ni van a añadir sus enseñanzas al canon de las Escrituras.
Se supone que demostrarán las otras características de un apóstol que se encuentran en el Nuevo Testamento.
La función de apóstol se manifiesta cuando la iglesia de Jesucristo está siendo establecida en medio de los no-evangelizados.
Como, iglesia deseamos con fervor que haya una generación de hombres y mujeres que hagan función de apóstoles: esto es llevar el evangelio con señales a las personas aquí en Estados Unidos y en cualquier parte del mundo que todavía no han escuchado o entendido el Evangelio de Salvación.
Durante el primer siglo de la iglesia existía el oficio de apóstol, y el don espiritual del apostolado.
El oficio o cargo de apóstol fue ejercido por los doce discípulos de Jesús además de Matías, quien ocupó el puesto de Judas, y Pablo.
Los apóstoles fueron escogidos especialmente por Cristo:
La selección del sustituto de Judas se encuentra en:
Note en este pasaje que al cargo de Judas se le llama "oficio."
También debe tenerse en cuenta que Pablo fue escogido por Cristo:
A estos hombres Jesús les dio la tarea de colocar las bases de la iglesia universal.
En el primer siglo fueron creadas las bases de la iglesia universal.
Es por esto que el oficio de apóstol ya no es ejercido.
Una vez que el fundamento ha sido creado ya no necesitamos fundadores.
También existía el don espiritual del apostolado (éste no debe confundirse con el oficio—son distintos).
Entre los que tenían solo el don espiritual del apostolado y no el oficio del apostolado se encontraban:
Santiago:
Bernabé.
Andrónico y Junías.
Silas y Timoteo.
Apolos.
Este último grupo tenía el don del apostolado, pero no el "oficio" apostólico conferido a los doce apóstoles y a Pablo.
Aquellos que tuvieron el don del apostolado, entonces, fueron aquellos que llevaron el mensaje del evangelio con la autorización de Dios.
La palabra apóstol significa "enviado como delegado autorizado." Esto era cierto con los que ejercían el oficio de apóstol (como Pablo) y con los que tenían el don espiritual (como Apolos).
Cambio de Vida Church of God, Inc, solo reconoce a los apóstoles actuales en el sentido de misioneros o de delegados congregacionales y no como grado jerárquico ni títulos y autoridades.
Sin embargo, Cambio de Vida Church of God, Inc si ejerce la función ministerial de apóstol que en este caso es de misioneros o de delegados congregacionales.
La función apostólica normalmente viene en el contexto de abrir nuevas obras en un área no evangelizada o con personas no alcanzadas.
Cambio de Vida Church of God, Inc solo reconoce los ministros certificados, como: • Capellán.
• Ministro de aprendiz.
• Ministro Licenciado.
• Ministro / Pastor Ordenado.
Las cartas pastorales 1 y 2 Timoteo, y Tito no proveen información acerca del nombramiento de apóstoles y el libro de los Hechos no indica que tal provisión fuera dada en las iglesias establecidas en los viajes misioneros.
Los apóstoles no nombraron ni apóstoles ni profetas sino ancianos.
Cambio de Vida Church of God, Inc nombran a lideres locales como diáconos y ancianos.
Cambio de Vida Church of God, Inc cree en el gobierno congregacional de la iglesia y en la madurez de la iglesia local para gobernarse a sí misma según las Escrituras y la guianza del Espíritu Santo.
Y omitimos completamente estructuras doctrinales de apóstoles contemporáneos ya que sus énfasis teológicos y doctrinales excesivos o erróneos y autoritarios rayan en lo herético.
Contrario de los apóstoles contemporáneos Cambio de Vida Church of God, Inc cree rotundamente que los dones de liderazgo no son dados para la exaltación de unos pocos, sino para la capacitación de todo el pueblo de Dios para el ministerio.
Conclusión:
Los apóstoles son testigos de Cristo a las naciones, fundan nuevas congregaciones, predican la Palabra de Dios, acompañándola con poderosas señales sobrenaturales y milagros, y confirman a la Iglesia en la fe.
Este don ministerial corresponde actualmente con el llamado del misionero.
LOS PROFETAS.
La función carismática del profeta continúa vigente en nuestra época.
El Nuevo Testamento deja clara evidencia de ello.
Sin embargo, pocas palabras están tan malentendidas como las palabras «profecía, profetizar» y pocos ministerios son tan mal entendido como el de profeta.
Se da por sentado que profetizar es vaticinar eventos futuros u otras veces que es la manifestación abierta de información secreta.
De hecho, eso es el concepto pagano del término (los oráculos griegos, la Sibila, Nostradamus, el horóscopo).
Entonces surgen falsos profetas que se creen dueños de la palabra divina y no permiten el cuestionamiento ni lo toleran.
Es claro que Dios conoce el futuro, y lo ha revelado, pero no sólo para que conozcamos cosas del mañana, sino para que cumplamos su voluntad hoy, en el presente, a la luz del porvenir.
Los profetas, en el sentido bíblico, no eran ni son futurólogos, mucho menos adivinos ni pitonisas.
No eran profetas porque vaticinaban el futuro sino porque entendían el presente a la luz de la voluntad de Dios.
Si no predecían nada futuro, no eran menos profetas.
El profeta es profeta porque trae un mensaje de Dios para el pueblo y para los pueblos.
Estudiosos de las escrituras, analizando bien las acciones y los escritos de los profetas hebreos, han encontrado lo esencial y definitivo del profetismo en su doble función de denuncia y de anuncio.
Denuncian los pecados e injusticias, tanto fuera de Israel, como dentro del pueblo de Dios.
Su lenguaje es fuerte, no siempre amable (igual que el de Jesús).
Anuncian juicio y salvación para Israel y las demás naciones y hasta una nueva creación.
Para hacer todo eso, los profetas deben ser como los hijos de Isacar, “entendidos en los tiempos, que sabían lo que Israel debía hacer”.
Los profetas son profetas porque ven su mundo con los ojos de Dios y sus corazones arden con celo por la voluntad de Dios.
Entre las congregaciones que fundó Pablo, hubo dos extremos en cuanto a la profecía y el ministerio profético.
En Tesalónica apagaban al Espíritu, despreciando las profecías.
A ellos, Pablo les manda dejar de actuar así, pero a “someterlo todo a prueba”, es decir, ni rechazar las profecías de antemano ni tampoco creerlas ciegamente, sino examinarlas y retener lo bueno.
Tenía que tomar las profecías más en serio, pero con discernimiento maduro, para no ser engañados por falsos profetas.
Queda claro que en Corinto existía el otro extremo.
Su tendencia de sobrevalorar los dones carismáticos los llevaba a exageraciones, abusos y en general mucho desorden.
Este pasaje nos habla de mensajes proféticos que surgían espontáneamente en medio del culto.
Eran profetas congregacionales en Corinto, más de veinte años después del Pentecostés.
Parece que eran muchos, tanto que Pablo tuvo que ordenar la situación.
Tal como el texto lo deje entrever, con una libertad a veces excesiva, casi todos en la congregación de Corinto querían hablar lenguas y profetizar, aparentemente creyendo que las lenguas y las profecías fueran Palabra de Dios sin mediación humana falible y hasta pecaminosa.
A ellos Pablo les manda poner en orden su conducta, a profetizar uno a la vez y no más de dos o tres en cada culto, Además, al mandar que «los demás juzguen» cada profecía (hoi alloi diakrinô), Pablo repite, en otras palabras, la exhortación de 1 Tesalonicenses 5, de examinar (dokimazô) las profecías antes de recibirlas como revelación.
Por las palabras de Pablo resulta más que obvio que la profecía no funciona aquí como revelación infalible al mismo nivel que la Biblia, sino como don carismático de la congregación.
Nótese que los verbos “examinar” y “juzgar” en estos textos están en el modo imperativo.
Todos los fieles, como portadores/as del Espíritu de Dios, tienen el deber de aportar a la valoración crítica de las profecías y demás mensajes.
La palabra profética va para la comunidad de fe, y por eso todos ellos (hoi alloi) están llamados a juzgarla (diakrinô, evaluar, discernir), ya que todos son portadores/as del Espíritu de Dios.
La iglesia debe escuchar la profecía y recibirla con respeto, pero con discernimiento crítico.
El Nuevo Testamento evidencia la continuidad del ministerio profético en la Iglesia de Cristo como función en tres lugares.
En estos textos bíblicos se mencionan como profetas a Bernabé, a Simón el que se llamaba Níger, a Lucio de Cirene, a Manaén, y Saulo.
En estos textos bíblicos se mencionan como profetas a Judas y Silas.
En estos textos bíblicos se mencionan a cuatro hijas de Felipe el evangelista que profetizaban.
En el orden del Antiguo Testamento, Dios llamó profetas con el mandato de anunciar y escribir Su revelación autoritativa para el pueblo; es decir, escribir los libros de la Biblia bajo la inspiración del Espíritu Santo.
Debe destacarse que ninguno de los profetas mencionados explícitamente en el Nuevo Testamento escribió un libro de la Biblia. Ellos tenían simplemente la función de animar, exhortar y advertir a los hermanos con lo que Dios les revelaba.
Aunque los profetas del orden del Nuevo Testamento no tienen el mismo peso como en el Antiguo Testamento, su función sigue siendo importante.
Aunque no están puestos para revelar verdades eternas y autoritativas de la fe, sí tienen la función de anunciar en situaciones específicas lo que el Señor quiere decir a una persona o iglesia en particular.
Así, la profecía es una de las pocas funciones en la iglesia que concretiza lo que es el gran privilegio del Nuevo Pacto: tener acceso directo a Dios, estar en comunión con Él y conocer Su corazón.
Y concientiza a la gente que el único mediador entre Dios y los hombres es Jesús, jamás se pone como un semi mediador entre Dios y los hombres.
Cambio de Vida Church of God, Inc, solo reconoce a los profetas actuales en el sentido de ejercitar el don de la profecía, no como oficio ni estructura jerárquica ni títulos y autoridades.
Sin embargo, Cambio de Vida Church of God, Inc si ejerce la función ministerial de profeta que en este caso es de ejercitar el don de la profecía.
Cambio de Vida Church of God, Inc solo reconoce los ministros certificados, como: • Capellán.
• Ministro de aprendiz.
• Ministro Licenciado.
• Ministro / Pastor Ordenado.
Las cartas pastorales 1 y 2 Timoteo, y Tito no proveen información acerca del nombramiento de profetas y el libro de los Hechos no indica que tal provisión fuera dada en las iglesias establecidas en los viajes misioneros.
Los apóstoles no nombraron ni apóstoles ni profetas sino ancianos.
Cambio de Vida Church of God, Inc nombran a lideres locales como diáconos y ancianos.
Conclusión:
El profeta es un portavoz o vocero de Dios que denuncia el pecado y nos comunica algo particular proveniente de Dios.
Las palabras del profeta deben estar en perfecta concordancia con la Biblia para que el mensaje tenga la debida autoridad divina.
El profeta al declarar una palabra debe cumplir tres aspectos fundamentales para ser de Dios, ellos son: “edificar, exhortar y consolar” a los receptores.
LOS EVANGELISTAS.
Nuestra palabra “evangelista” proviene del vocablo griego “euangelizomai”, que significa “el que proclama buenas noticias.”
Un evangelista es entonces uno que se dedica enteramente a “proclamar (predicar) el evangelio”, especialmente el mensaje de salvación.
El término evangelista se usa sólo tres veces en el Nuevo Testamento.
No obstante, Pablo enumera al evangelista como uno de los dones ministeriales de la iglesia.
Solamente Felipe es llamado específicamente un “evangelista”.
Pero trabajadores tales como Timoteo, Lucas, Clemente y Epafras pueden haber funcionado como evangelistas.
Timoteo.
Lucas.
Clemente.
Epafras.
Un evangelista es alguien que anuncia las buenas nuevas; en otras palabras, un predicador itinerante del evangelio.
Una persona con el don de evangelismo o la función carismática de evangelista a menudo es alguien que viaja de un lugar a otro para predicar el evangelio y hacer un llamado al arrepentimiento.
Puesto que Felipe es la persona a la que específicamente se le llamó evangelista en la Escritura, estudiar su vida y ministerio nos ayuda a esclarecer las funciones de este don ministerial.
El Nuevo Testamento nos dice que Felipe había sido uno de los siete escogidos para ministrar a las viudas y necesitados.
La labor evangelística previa de Felipe fue en Samaria.
Felipe “proclamó el Mesías” a los samaritanos e hizo milagros, entre los cuales estaban el expulsar demonios y sanar paralíticos.
La presencia de Pedro y Juan en Samaria y la permanencia del Espíritu en los creyentes samaritanos confirmaron el ministerio de Felipe allí.
Como evangelista, Felipe había predicado el evangelio y, cuando los samaritanos creyeron y recibieron el Espíritu, fueron acogidos en la iglesia.
El trabajo de Felipe en llevar la salvación a los perdidos es lo que los llamados evangelistas han hecho desde entonces.
El ministerio de Felipe como evangelista continúa en Hechos 8 cuando él es guiado por un ángel para ir al camino desértico hacia Gaza.
En el camino se encontró con un eunuco etíope, un funcionario de la reina de Etiopía.
Felipe abre el entendimiento del hombre respecto a la Palabra de Dios, y el eunuco es salvo.
Felipe bautiza al hombre, y el Espíritu Santo arrebata a Felipe.
Donde quiera que iba, Felipe compartía el evangelio.
Así pues, el ministerio de Felipe establece un modelo de lo que es, y debe hacer, un evangelista según el Nuevo Testamento.
Felipe predicaba la palabra de Dios, declarando específicamente el centro del evangelio, que es Cristo el Salvador, les predicaba a Cristo.
Hubo muchos que creyeron y fueron bautizados.
Milagros de sanidad siguieron a su predicación y muchos fueron librados de espíritus demoníacos.
Los milagros de sanidad dieron mayor efectividad al ministerio de Felipe.
Felipe estaba listo para testificar de Cristo como Salvador, tanto en ciudades enteras, como a un solo individuo.
Dejando Samaria, fue dirigido al carruaje del tesorero de Etiopía, a quien llevó a Cristo.
El verdadero ganador de almas tiene una pasión por las almas que lo hace adaptable al evangelismo en masa y al evangelismo personal.
El ministerio evangelístico de Felipe lo llevó de ciudad en ciudad.
El cuadro del evangelista del Nuevo Testamento y de la época post-apostólica, era el de uno predicando el mensaje evangélico de salvación de iglesia en iglesia y de ciudad en ciudad.
Eusebio de Cesarea, el gran historiador de la iglesia del siglo cuarto describió a los evangelistas como aquellos que esparcían las semillas salvadoras del reino de los cielos, tanto lejos como cerca, y a través del mundo entero, llenos del deseo de predicar a Cristo, a los que todavía no habían oído la palabra de fe (Historia Eclesiástica, Libro II).
Ciertamente, el oficio del evangelista será necesario hasta que la iglesia llegue a la madurez de Cristo mismo.
Las buenas nuevas deben ser compartidas.
Conclusión:
El evangelista tiene la función de predicar las buenas nuevas de salvación al mundo perdido; aquéllos llamados por el Señor para desempeñar este ministerio tienen una gracia divina especial para ganar almas para Cristo, Dios les capacita para llevar un mensaje que toque corazones, redarguya las conciencias y ofrezca las respuestas que el hombre necesita.
LOS PASTORES.
Los “pastores” son tal vez la función carismática o don ministerial más conocido dentro de la iglesia de Cristo y se suelen identificar como “los que dirigen” a una iglesia local.
El moderno oficio de “pastor” parece coincidir con la posición bíblica de obispo (gr. epískopos), la de anciano (gr. presbuteros) o ambas.
Sin embargo, el término “obispo” se convirtió en el usado de manera más prominente para este ministerio, porque subrayaba la responsabilidad espiritual y la supervisión de la iglesia local.
El término griego poimén (“pastor”) sólo se utiliza una vez en toda la Biblia como una referencia directa al ministerio de pastor.
Sin embargo, el concepto o función de pastor aparece por todas partes en las Escrituras.
Como lo sugiere el nombre, pastor es aquél que cuida de las ovejas.
La relación entre estos tres términos de “obispo”, “presbítero” y “pastor” queda clara en:
Pablo manda llamar a los ancianos (gr. presbuteroi) de la iglesia de Éfeso a los mismos que acaba de llamar obispos o supervisores a “apacentar”(gr. poimáino) la iglesia del Señor.
El modelo de Dios para edificar Su iglesia incluye usar hombres con la función carismática de pastor.
De acuerdo con la Biblia, las responsabilidades y funciones de los pastores en los tiempos actuales, como las de los pastores de la época neotestamentaria, son muchas y variadas:
Supervisar la iglesia.
El principal significado de la palabra obispo es «supervisor».
La responsabilidad del pastor es la supervisión general del ministerio y el funcionamiento de la iglesia.
Esto incluiría el manejo de finanzas dentro de la iglesia.
Gobernar la iglesia.
La palabra que se traduce como «gobernar», significa literalmente «comparecer ante». La idea es guiar o asistir, con un énfasis en ser una persona que cuida de manera diligente.
Esto incluiría la responsabilidad de ejercer la disciplina en la iglesia y reprobar a aquellos que se han apartado de la fe.
Una responsabilidad oficial del pastor es gobernar la iglesia, y su enfoque principalmente debe ser espiritual, atendiendo asuntos tales como edificar a los creyentes y equipar a los santos para la obra del ministerio.
Sin embargo, dicha autoridad debe ejercerse sin abusos, pues un pastor no es un dictador.
El Espíritu Santo a través del Apóstol Pedro nos da una descripción maravillosa de lo que es un ministerio pastoral equilibrado:
La autoridad del pastor no es para que él se «enseñoree» de la iglesia; más bien, un pastor debe ser un ejemplo de verdad, de amor y de piedad, para que el rebaño de Dios lo pueda seguir.
Un pastor es un “administrador de Dios”
Un pastor es él es responsable ante Dios por su liderazgo en la iglesia.
El pastor tiene una tarea de «alimentar el rebaño» con la Palabra de Dios y de cuidarlos guiarlos en la forma adecuada.
El pastor tiene la responsabilidad de mantener la doctrina de la iglesia a través de la instrucción adecuada.
La enseñanza de los apóstoles fue encomendada a “hombres fieles” que enseñarían también a otros, preservando la integridad del evangelio, es uno de los llamados más grandes del pastor quien debe, a su vez, saber enseñar.
Con respecto a este último aspecto de su responsabilidad, se observa con frecuencia que los papeles de pastor y de maestro parecen tener mucho en común en el Nuevo Testamento.
Aunque la función de “maestro” es mencionada en otros lugares separada de la de “pastor”.
El pastor brinda consejo, corrección, aliento y consolación.
Vela por las ovejas que Dios ha puesto a su cargo y es responsable por cada una de ellas, por ello la Biblia aconseja al cristiano someterse a la autoridad del pastor.
LOS MAESTROS.
Los maestros son dones de Cristo a la Iglesia.
Aparecen en orden histórico en la fundación y consolidación de la Iglesia, y no en una especie de rangos de autoridad.
Los maestros constituyen un don dado por el Espíritu Santo.
Permitiéndole a un creyente comunicar eficazmente las verdades de la Biblia a los demás.
En muchos casos, pero no siempre, se usa en el contexto de la iglesia local.
El don de la enseñanza implica el análisis y la proclamación de la Palabra de Dios, explicando el significado, el contexto y la aplicación a la vida del oyente.
El que tiene el don de ser maestro es aquel que tiene la habilidad única para instruir y comunicar claramente el conocimiento, concretamente las doctrinas de la fe y las verdades de la Biblia.
Por su instrucción hace que otras personas aprendan.
El propósito de la enseñanza del maestro es llevar a la iglesia a la unidad, el crecimiento, la madurez y la capacitación para el servicio.
Esa misma enseñanza debe tener la habilidad de cambiar la vida de las personas con la enseñanza de la doctrina.
El apóstol Pablo es mencionado en el Nuevo Testamento como poseedor de este don ministerial o capacitador.
La función carismática del maestro es un don sobrenatural del Espíritu Santo, no una mera habilitad o talento humano.
Una persona sin este don puede entender la Biblia mientras la escucha o la lee, pero no la puede explicar como lo hace una persona que tiene el don.
Aunque el ser humano puede, mediante el estudio y la preparación secular, desarrollarse ciertas habilidades y destrezas en la enseñanza, el don espiritual del maestro no es algo que se pueda aprender o adquirir.
En Efesios 4:11, los maestros están ligados con los pastores.
Esto pareciera implicar que el pastor también es un maestro.
Esto se debe a que un pastor es uno que cuida de su gente, de la misma manera que un pastor de ovejas cuida su rebaño.
Así como un pastor alimenta a su rebaño, el pastor tiene también la responsabilidad de enseñar a su pueblo el alimento espiritual de la Palabra de Dios.
De esta forma, la Iglesia es edificada a través del uso de este don, mientras las personas escuchan la Palabra de Dios, su significado y cómo aplicarla a sus propias vidas.
Dios ha levantado a muchos con este don para levantar a la gente en su fe y permitirles crecer en toda sabiduría y conocimiento.
Hay varios contextos en los cuales este don puede ser utilizado hoy en día:
• En clases de escuela dominical.
• Estudios bíblicos en la iglesia o en las casas, parques, etc.
• A través de internet.
• Institutos bíblicos.
• Colegios y universidades cristianas.
• Seminarios.
El que tiene este don ministerial puede, al igual que Jesús, enseñar, explicar y exponer con autoridad el sentido del texto bíblico.
Conclusión:
Los maestros se encargan específicamente de escudriñar y profundizar el estudio de la Palabra de Dios para ofrecer entendimiento al resto de los miembros de la iglesia; así como el velar por la sana doctrina dentro del Cuerpo de Cristo.
El maestro tiene la capacidad divina de explicar lo que la Biblia dice, interpretar lo que significa aplicarlo a los corazones de los santos en la Iglesia.