El presidente de Estados Unidos de 1923 a 1929 Calvin Coolidge Dijo:
Tu vela no pierde nada cuando alumbra a otros.
Nadie recibe honra por lo que le dan.
La honra es la recompensa para el que da.
Cuando piensas en personas generosas, ¿quién te viene a la mente?
¿Filántropos millonarios de la talla de Bill Gates o de algún otro?
Bill Gates así como otras personas han dado millones de dólares.
John C. Maxwell cuenta la historia Elisabeth Elliot de la cual probablemente no hemos oído hablar de ella, a pesar que tipifica la clase más profunda de dar, la clase que puede venir solo del corazón.
A principios de la década del 50 Elisabeth Elliot acompañó a un grupo de misioneros que fue a Ecuador con la esperanza de alcanzar a los indios quichuas, para ese entonces tenían una hija de diez meses llamada Valerie.
Tiempo después sintieron el deseo de alcanzar a los indios de la tribu auca.
los indios de la tribu auca eran agresivamente peligrosos ya que atacaban a cada extraño que se adentrara en su territorio.
Incluso los demás indios ecuatorianos que no pertenecían a la tribu auca los evitaban debido a su brutalidad.
Mientras Jim y los otros se preparaban para hacer contacto, Elisabeth sabía que los cinco hombres estarían poniendo en peligro sus vidas.
Pero estaba resuelta. Ella y Jim habían entregado sus vidas a esta misión.
Durante varias semanas, uno de los misioneros que era piloto sobrevoló en una pequeña avioneta una villa auca dejando caer provisiones y otros artículos como regalos.
También incluían fotografías de ellos mismos para preparar a la gente de la tribu para su primer contacto.
Varias semanas después, Jim y otros cuatro aterrizaron en una pequeña franja de playa en el río Curaray y establecieron el campamento.
Allí hicieron contacto con tres aucas, un hombre y dos mujeres, que parecían ser amistosos y receptivos.
En los días siguientes, conocieron a varios otros.
En sus reportes por radio, decían a sus esposas que parecían estar haciendo un progreso significativo en materia de amistad con la tribu.
Pero unos pocos días después, los misioneros no se reportaron a la hora convenida.
Sus esposas esperaron en vano junto al receptor de radio; pero pasaron los minutos, después las horas, y luego un día. Elisabeth y los otros empezaron a temer lo peor.
Un grupo de socorro salió en su busca, pero volvieron con malas noticias. Habían encontrado el cuerpo de un hombre blanco flotando en el río.
Luego, uno a uno, fueron descubriendo los demás cuerpos. Habían sido lanceados por los aucas. Los cinco hombres estaban muertos.
Bajo tales circunstancias cualquiera persona en la situación de Elisabeth Elliot se hubiera ido a casa,
a Estados Unidos a darle una mejor vida a su pequeña hija ya que nada tenia que hacer allí, ella había perdido a su esposo, el amor de su vida.
Pero Elisabeth tenía un corazón verdaderamente generoso.
A pesar de su terrible pérdida, se quedó para ayudar a los quichuas, con los que estaba viviendo.
Lo que sucedió después fue aún más notable.
Otros misioneros continuaron tratando de hacer contacto con una aldea auca.
Después de dos años, tuvieron éxito.
Inmediatamente, Elisabeth Elliot se dirigió hasta allí. ¿Iba a buscar venganza? No.
Iba para trabajar con la gente y servirles.
Vivió y trabajó entre los aucas por dos años, y muchos de ellos (incluyendo a dos de los siete hombres que habían dado muerte a su esposo) aceptaron gustosos el mensaje salvación y amor de Dios que ella les llevaba.
La verdadera generosidad no es algo ocasional. Viene del corazón y está presente en cada aspecto de la vida del líder: su tiempo, su dinero, sus talentos y sus posesiones.
Los líderes efectivos, el tipo de líder que a la gente le gusta seguir, no recogen cosas solo para sí; las recogen para darlas a los demás.
A través de esta lección vamos a ver las maneras de cómo podemos cultivar la generosidad.
Sé agradecido por lo que tienes
El apóstol solía estar en cadenas, prisiones y necesidades, pero en todo aprendió a estar contento, a llevar su mente a ese estado, y aprovechar el máximo de eso.
La naturaleza de la verdadera generosidad cristiana no es tan sólo sentirse preocupados por nuestros amigos en sus problemas, sino hacer lo que podamos para ayudarlos.
Es difícil para una persona ser generosa cuando no está satisfecha con lo que tiene.
La generosidad viene de la satisfacción, y la satisfacción no se logra acumulando más bienes.
El multimillonario John D. Rockefeller admitió: «He ganado millones, pero eso no me trajo la felicidad». Si no estás contento con poco, nunca estarás contento con mucho. Y si no eres generoso con poco, no vas a cambiar de pronto si llegas a ser millonario.
Pon a las personas primero.
La generosidad requiere poner a otros primero.
Si tú puedes hacer eso, el dar se convierte en algo más fácil.
El mayor ejemplo es Dios.
El amor de Dios no es estático ni egoísta, sino que se extiende y atrae a otros a sí.
Dios establece aquí el verdadero molde del amor, la base de toda relación de amor.
Si uno ama a alguien profundamente, está dispuesto a darle amor a cualquier precio.
Dios pagó, con la vida de su Hijo, el más alto precio que se puede pagar.
Jesús aceptó nuestro castigo, pagó el precio de nuestros pecados, y luego nos ofreció una nueva vida que nos compró con su muerte.
Cuando predicamos el evangelio a otros, nuestro amor debe de ser como el suyo, y estar dispuestos a renunciar a nuestra comodidad y seguridad para que otros reciban el amor de Dios como nosotros.
No permitas que el deseo por las posesiones te controle.
Earle Wilson dijo, las personas pueden dividirse en tres grupos: «los que tienen, los que no tienen, y los que no han pagado lo que tienen».
Más y más personas se están haciendo esclavos del deseo de adquirir.
Richard Foster escribe, «Obtener cosas es una obsesión de nuestra cultura. Si somos dueños, pensamos que podemos controlar; y si podemos controlar, pensamos que esto nos dará más placer. La idea es una ilusión». Si quieres tener control sobre tu corazón no permitas que las posesiones te controlen.
Dios no desaprueba las riquezas.
Dios quiere que veamos lo que tenemos (ya sea mucho o poco) desde la perspectiva correcta: nuestras posesiones son un regalo de Dios.
Son motivos de regocijo, pero no fuente de gozo, ya que todo lo bueno proviene de Dios.
Debemos enfocarnos más en el Dador que en el regalo.
Podemos contentarnos con lo que tenemos cuando nos damos cuenta de que con Dios tenemos todo lo que necesitamos.
Considera el dinero como un recurso.
Alguien dijo que cuando se trata de dinero, no se puede ganar.
Si tu meta es hacer dinero, entonces eres un materialista.
Si lo intentas, pero no lo logras, eres un fracasado.
Si ganas mucho dinero y lo guardas, eres un miserable.
Si tienes mucho dinero y lo gastas, eres un derrochador.
Si no te preocupas por tener dinero, no tienes ambiciones.
Si haces dinero y todavía lo tienes cuando mueres eres un tonto por tratar de llevártelo contigo.
La única forma de realmente ganar con el dinero es no darle importancia, y ser generoso con él para lograr cosas de valor. Como E. Stanley Jones dijo, «el dinero es un siervo maravilloso, pero un amo terrible. Si se pone encima de ti y tú quedas debajo, te convertirá en su esclavo».
El dinero en si no es malo, lo malo es el amor al dinero.
El dinero no es malo en sí mismo, pero el amor al dinero lleva a toda clase de pecados y problemas: problemas matrimoniales, robo, disputa entre socios, asesinatos, narcotráfico, trato de blancas, pornografía, etc. etc.
Para gobernar la avaricia debe controlarla sus raíces. Despójese del deseo desenfrenado de ser rico.
El dinero jamás produce felicidad ni satisfacción duradera.
Siempre queremos más de lo que tenemos.
Salomón observó que aquellos que aman el dinero y lo buscan obsesivamente nunca encuentran la felicidad que el dinero promete.
Mejor Considera el dinero como un recurso, Dios bendice particularmente a los que socorren a los necesitados.
Desarrolla el hábito de dar.
En 1889, el industrial millonario Andrew Carnegie dijo que la vida de una persona rica debe tener dos períodos: un tiempo de adquirir riquezas y un tiempo de redistribuirla.
La única forma de mantener una actitud de generosidad es hacer propio el hábito de dar: tiempo, atención, dinero y recursos.
Yo ahorita les estoy dando mi tiempo, mi atención y capacitación para que sean unos lideres efectivos en la obra de Dios.
Si eres un esclavo de la avaricia no puedes ser un líder.
Reflexionemos
¿Eres un líder generoso?
¿Buscas constantemente formas de añadir valor a los demás?
¿Estás dando dinero para algo más grande que tú mismo?
¿A quién le estás dando tu tiempo?
¿Estás derramando tu vida en otros?
¿Ayudas a los que no te pueden ayudar o darte algo a cambio?
El escritor Juan Bunyan afirmó, «No has vivido hasta que no hayas hecho algo por personas que nunca podrían pagarte o retribuirte el favor».
Si no has dado en las áreas pequeñas de tu vida, probablemente no seas un líder tan generoso como deberías de ser.
Para mejorar tu generosidad, haz lo siguiente:
• Reparte algo.
Determina qué clase de influencia tienen las posesiones sobre ti. Toma algo que realmente valores, piensa en alguien que podría beneficiarse con eso y dáselo. Si lo puedes hacer anónimamente es mejor.
• Pon tu dinero a trabajar.
Si conoces a alguien con la visión de hacer algo realmente grande (algo que impacte positivamente la vida de otros), provee recursos para que lo pueda lograr. Pon tu dinero a trabajar por algo que te sobreviva.
• Encuentra a alguien a quien aconsejar.
Una vez que hayas alcanzado un cierto nivel en tu liderazgo, lo más valioso que tienes que dar es a ti mismo.
Encuentra a alguien en quien derramar tu vida, dale tiempo y recursos para llegar a ser un mejor líder.
Cuando el popular autor francés Dominique Lapierre viajó a la India para hacer una investigación para un nuevo libro, lo hizo lujosamente en un Rolls-Royce del modelo Silver Shadow que había comprado con un adelanto de su libro.
Estando allá obtuvo lo que necesitaba para su The City of Joy [La ciudad de la alegría].
Pero también recibió algo más: una pasión de ayudar a la gente pobre y miserable que encontró allí.
Ese descubrimiento cambió su vida para siempre.
Ahora divide su tiempo en escribir y recaudar fondos, y dona tiempo y dinero para ayudar a la gente.
Su actitud puede resumirse por las palabras del poeta indio Rabindranath Tagore que están impresas en el reverso de su tarjeta de presentación:
«Todo lo que no se da, se pierde».
¿Qué estás perdiendo tú?