Discipulado Nivel 02 ¿Qué debo de hacer después de ser salvo?
Lección 04: Buscar el Bautismo en el Espíritu Santo.
¿Qué es el bautismo en el Espíritu Santo?
¿Cuál es su evidencia inicial?
¿Cuáles son sus resultados en quien lo recibe?
¿Qué diferencia existe entre él y la conversión?
Son preguntas que deben ser contestadas a la luz de la Palabra de Dios.
Veamos, pues, qué es lo que la Palabra de Dios nos dice acerca de esta experiencia.
El bautismo en el Espíritu Santo es una experiencia distinta a la conversión.
El bautismo en el Espíritu Santo no debe ser identificado con la experiencia de la conversión, ni ser visto como un complemento a ella o como un requisito a la misma.
El bautismo en el Espíritu Santo no es concedido a fin de que la persona sea salva, sino porque una relación correcta con Dios ya ha sido establecida.
Así como el bautismo en agua se administra después que se estableció la debida relación con Dios, el bautismo en el Espíritu Santo se imparte después que la persona se ha reconciliado con Dios por medio de su arrepentimiento.
En el caso de los apóstoles, por ejemplo, antes de la experiencia pentecostal: Tenían testimonio de parte de Cristo acerca de su salvación:
Sus nombres estaban escritos en el cielo.
Estaban limpios por la Palabra que Cristo les había hablado.
Habían sido elegidos por Cristo con un fin específico.
No pertenecían al mundo.
Pertenecían a Cristo y habían guardado su palabra.
Habían creído en Cristo como enviado de Dios.
Habían sido enviados a ministrar al mundo.
Habían sido enviados a las tribus de Israel y recibida autoridad especial para tal ocasión.
Eran personas devotas a la oración.
Una observación similar se puede hacer en el caso de los samaritanos que se convirtieron bajo el ministerio de Felipe:
Sin embargo, los apóstoles en Jerusalén enviaron a Pedro y a Juan a que oraran por los samaritanos a fin de que recibiesen el Espíritu Santo.
El caso de los efesios de Hechos 19 es muy parecido al de los samaritanos.
Aunque estos efesios ya habían creído, no fue hasta que el Apóstol Pablo puso sobre ellos sus que recibieron el Espíritu Santo.
El bautismo en el Espíritu Santo es llamado:
“La promesa del Padre”.
“La promesa”.
“La promesa del Espíritu Santo”.
“La promesa del Espíritu".
“El Espíritu Santo de la promesa”.
La palabra “promesa” es la traducción de la palabra griega epaggelía (pronúnciese epanguelía) la cual ocurre en el Nuevo Testamento un total de cincuenta y tres veces.
El apóstol Pedro interpretó el evento de pentecostés como un cumplimiento de la promesa dada por Dios a través del profeta Joel.
Pero no fue únicamente por medio del profeta Joel que Dios había prometido enviar su Espíritu; lo había hecho por medio del profeta Isaías.
Por medio del profeta Ezequiel también Dios prometió su Santo Espíritu.
Además de ser la promesa de Dios dada por medio de los profetas del Antiguo Testamento, el Espíritu Santo es la promesa dada por Cristo mismo durante su ministerio terrenal:
De acuerdo al evangelio de Juan, la venida del Espíritu en su función de Consolador sería un evento que tomaría lugar después de la ascensión de Jesús; fue así que su venida y actividades fueron anunciadas en el tiempo futuro. Después de la ida de Cristo: el Consolador vendría.
El Padre daría el Consolador por causa del ruego de Cristo.
Aunque el Consolador estaba CON los discípulos, ahora sería que estaría EN ellos.
Las Funciones del Espíritu Santo:
Les enseñaría.
Les guiaría a toda verdad.
Glorificaría a Cristo, tomaría de lo de Cristo y lo declararía a los discípulos.
Recordaría a los discípulos todo lo que Cristo les había dicho.
Hablaría lo que oiría.
Convencería al mundo de pecado, justicia y juicio
Todas estas cosas sucederían de acuerdo a la promesa dada por Cristo.
El bautismo en el Espíritu Santo es llamado DON (“dorea”) en los siguientes pasajes:
Un bautismo.
El bautismo en el Espíritu Santo, además de ser una promesa y un don, es un bautismo, esto es, una inmersión en el Espíritu Santo.
De acuerdo a los cuatro evangelistas, Juan el Bautista se refirió a Cristo como aquel que bautiza con el Espíritu Santo.
De acuerdo a los cuatro evangelistas, Juan el Bautista se refirió a Cristo como aquel que bautiza con el Espíritu Santo.
De acuerdo a Lucas, antes que Jesús ascendiera al cielo prometió a sus discípulos el bautismo en el Espíritu Santo:
Bautismo que tomó lugar el día de pentecostés, pero que sin embargo Pedro entendió que tomó lugar también en la casa de Cornelio.
Derramamiento.
El bautismo en el Espíritu Santo es, además, según la Biblia, un Derramamiento:
De acuerdo a la versión griega del discurso de Pedro a los judíos en el día de pentecostés, Pedro usó tres veces el verbo “derramar” para explicar el fenómeno pentecostal en cumplimiento a lo que fue dicho por el profeta Joel:
Isaías también habló de un derramamiento del Espíritu Santo:
Lucas usa el mismo término para explicar el descenso del Espíritu sobre los gentiles en casa de Cornelio:
También en la epístola a Tito el don del Espíritu Santo es mencionado como un derramamiento:
El descenso del Espíritu Santo como un derramamiento, como una corriente que desciende de los cielos, sugiere la generosidad con que Dios da su Espíritu,
Investidura.
Además de ser un derramamiento, un bautismo, un don y una promesa, como ya hemos visto, el bautismo en el Espíritu Santo es una Investidura.
En Lucas 24:49 el bautismo del Espíritu Santo es descrito así, precisamente, como una investidura:
El verbo “vestir” es una figura que en el Nuevo Testamento es usada, entre otros significados, en referencia a: las armas de luz que el cristiano debe de ponerse.
Las cuales habilitan al creyente para que esté firme y rechace los ataques del diablo.
también se usa en referencia al hombre nuevo, creado conforme a la semejanza de Dios, el cual el creyente también debe de ponerse
La Biblia también hace referencia al imperativo de vestirse el creyente con nuestro Señor Jesucristo
La idea de la figura, por lo tanto, es que el bautismo del Espíritu Santo es una experiencia poderosa por medio de la cual el creyente viene a ser totalmente investido con la presencia de Dios.
Llenura.
El bautismo en el Espíritu Santo también se presenta en la Biblia como una llenura.
Uno de los términos que con más frecuencia usa Lucas, tanto en su evangelio como en el libro de los Hechos, para describir la presencia del Espíritu Santo en las personas es el verbo “llenar”.
Juan el Bautista fue lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre.
Elizabeth fue llena del Espíritu Santo cuando María la saludó.
Zacarías fue lleno del Espíritu Santo cuando nombró a Juan.
En el día de Pentecostés, todos los discípulos fueron llenos con el Espíritu Santo.
Cuando Pedro fue traído ante el concilio, habló estando lleno del Espíritu Santo.
Cuando los discípulos oraron después que Pedro y Juan fueron puestos en libertad, todos ellos fueron llenos del Espíritu Santo.
Luego encontramos que Ananías oró para que Pablo fuese lleno con el Espíritu Santo.
Cuando Pablo reprendió a Elimas, estaba lleno del Espíritu Santo.
Ser “lleno” con el Espíritu Santo es no sólo ser recipiente, sino estar totalmente controlado por él.
Por lo que hemos visto hasta ahora, el Espíritu Santo, como una experiencia distinta a la conversión, es además de una promesa de Dios, un don, un bautismo, un derramamiento, una investidura y una llenura.
¿Qué es y para qué es el Bautismo en el Espíritu Santo?
El bautismo en el Espíritu Santo debe ser considerado como una capacitación con poder divino para llevar a cabo la tarea misionera que Cristo dio a la iglesia.
Uno de los ejemplos que se pueden mencionar de esta capacitación especial con poder divino es el apóstol Pedro en el día de Pentecostés (Leer Hechos 2:14-40).
Su autoridad y valor, como consecuencia del descenso del Espíritu, contrastan notablemente con sus temores y fluctuaciones anteriores.
Pero sus palabras no se caracterizan solamente por su intrepidez sino también por el efecto convincente que tuvieron sobre la gente cuando las escucharon.
El discurso de Pedro fue seguido por una contrición masiva de tres mil personas que recibieron su palabra y solicitaron el bautismo en agua.
La obra convincente del Espíritu Santo, el día de pentecostés.
El Espíritu Santo produce iluminación para comprender con claridad las verdades espirituales.
El Espíritu Santo nos da una penetración muy profunda dentro de los misterios de la gracia de Dios.
La influencia del Espíritu, trae a nuestra memoria las Escrituras y nos ayuda a entenderlas.
Debido a que es el cumplimiento de lo que el Señor Jesús había dicho acerca del Consolador:
En el caso del apóstol Pedro, otro resultado del bautismo en el Espíritu Santo es la nueva comprensión que obtuvo de la función mesiánica de Jesús: su discurso pentecostal (leer Hechos 2:14-42) empieza con el Jesús histórico que tiene como marco de referencia Nazaret “Jesús nazareno”.
Pedro explicó la misión profética del ministerio terrenal de Cristo, su muerte como en cumplimiento de un programa divinamente elaborado: la muerte de Jesús no fue el resultado accidental de la maldad humana, sino el cumplimiento de un plan definido que Dios elaboró desde la misma eternidad.
Luego explica su resurrección y termina con su señorío. Esta iluminación se la dio el Espíritu Santo.
La evidencia inicial para saber que una persona redimida por la sangre de Cristo ha sido bautizada con el Espíritu Santo es el hablar en otras lenguas dirigida por el Espíritu Santo.
En todas estas citas encontramos una experiencia común asociada con el descenso del Espíritu Santo sobre las personas: hablar en lenguas desconocidas para los recipientes.
Los tres pasajes bíblicos nos narran tres sucesos distintos que tomaron lugar en tres lugares y fechas distintas:
Este pasaje Bíblico nos relata el evento de pentecostés, que tomó lugar en Jerusalén en el año 30 D.C.
Este pasaje Bíblico nos relata el evento que tomó lugar en Cesárea en el año 35 D.C.
Este pasaje Bíblico nos relata lo que sucedió en Éfeso en el año 53 D.C. aproximadamente.