¿Qué es el bautismo en el Espíritu Santo?
¿Cuál es su evidencia inicial?
¿Cuáles son sus resultados en quien lo recibe?
¿Qué diferencia existe entre él y la conversión?
Son preguntas que deben ser contestadas a la luz de la Palabra de Dios.
Veamos, pues, qué es lo que la Palabra de Dios nos dice acerca de esta experiencia.
El bautismo en el Espíritu Santo es una experiencia distinta a la conversión.
El bautismo en el Espíritu Santo no debe ser identificado con la experiencia de la conversión, ni ser visto como un complemento a ella o como un requisito a la misma.
El bautismo en el Espíritu Santo no es concedido a fin de que la persona sea salva, sino porque una relación correcta con Dios ya ha sido establecida.
Así como el bautismo en agua se administra después que se estableció la debida relación con Dios, el bautismo en el Espíritu Santo se imparte después que la persona se ha reconciliado con Dios por medio de su arrepentimiento.
En el caso de los apóstoles, por ejemplo, antes de la experiencia pentecostal: Tenían testimonio de parte de Cristo acerca de su salvación:
Sus nombres estaban escritos en el cielo.
Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
Estaban limpios por la Palabra que Cristo les había hablado.
Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
Habían sido elegidos por Cristo con un fin específico.
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé
No pertenecían al mundo.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Pertenecían a Cristo y habían guardado su palabra.
He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra
Habían creído en Cristo como enviado de Dios.
Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
Habían sido enviados a ministrar al mundo.
Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
Habían sido enviados a las tribus de Israel y recibida autoridad especial para tal ocasión.
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.
Eran personas devotas a la oración.
Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.
Una observación similar se puede hacer en el caso de los samaritanos que se convirtieron bajo el ministerio de Felipe:
Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.
Sin embargo, los apóstoles en Jerusalén enviaron a Pedro y a Juan a que oraran por los samaritanos a fin de que recibiesen el Espíritu Santo.
14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; 15 los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; 16 porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús.
El caso de los efesios de Hechos 19 es muy parecido al de los samaritanos.
Aunque estos efesios ya habían creído, no fue hasta que el Apóstol Pablo puso sobre ellos sus que recibieron el Espíritu Santo.
5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.
El bautismo en el Espíritu Santo es llamado:
“La promesa del Padre”.
He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto; Hechos 1:4 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.
“La promesa”.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
“La promesa del Espíritu Santo”.
Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.
“La promesa del Espíritu".
Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.
“El Espíritu Santo de la promesa”.
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.
La palabra “promesa” es la traducción de la palabra griega epaggelía (pronúnciese epanguelía) la cual ocurre en el Nuevo Testamento un total de cincuenta y tres veces.
El apóstol Pedro interpretó el evento de pentecostés como un cumplimiento de la promesa dada por Dios a través del profeta Joel.
16 Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
17 Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Pero no fue únicamente por medio del profeta Joel que Dios había prometido enviar su Espíritu; lo había hecho por medio del profeta Isaías.
Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos
Por medio del profeta Ezequiel también Dios prometió su Santo Espíritu.
Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.
Además de ser la promesa de Dios dada por medio de los profetas del Antiguo Testamento, el Espíritu Santo es la promesa dada por Cristo mismo durante su ministerio terrenal:
16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
De acuerdo al evangelio de Juan, la venida del Espíritu en su función de Consolador sería un evento que tomaría lugar después de la ascensión de Jesús; fue así que su venida y actividades fueron anunciadas en el tiempo futuro. Después de la ida de Cristo: el Consolador vendría.
Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
El Padre daría el Consolador por causa del ruego de Cristo.
Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.
Aunque el Consolador estaba CON los discípulos, ahora sería que estaría EN ellos.
El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
Las Funciones del Espíritu Santo:
Les enseñaría.
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
Les guiaría a toda verdad.
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
Glorificaría a Cristo, tomaría de lo de Cristo y lo declararía a los discípulos.
El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
Recordaría a los discípulos todo lo que Cristo les había dicho.
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
Hablaría lo que oiría.
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
Convencería al mundo de pecado, justicia y juicio
Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
Todas estas cosas sucederían de acuerdo a la promesa dada por Cristo.
Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre.
El bautismo en el Espíritu Santo es llamado DON (“dorea”) en los siguientes pasajes:
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
18 Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, 19 diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. 20 Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.
16porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. 17Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.
E16 Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. 17 Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?
Un bautismo.
El bautismo en el Espíritu Santo, además de ser una promesa y un don, es un bautismo, esto es, una inmersión en el Espíritu Santo.
De acuerdo a los cuatro evangelistas, Juan el Bautista se refirió a Cristo como aquel que bautiza con el Espíritu Santo.
De acuerdo a los cuatro evangelistas, Juan el Bautista se refirió a Cristo como aquel que bautiza con el Espíritu Santo.
Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo.
Respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.
De acuerdo a Lucas, antes que Jesús ascendiera al cielo prometió a sus discípulos el bautismo en el Espíritu Santo:
Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
Bautismo que tomó lugar el día de pentecostés, pero que sin embargo Pedro entendió que tomó lugar también en la casa de Cornelio.
Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo.
Derramamiento.
El bautismo en el Espíritu Santo es, además, según la Biblia, un Derramamiento:
De acuerdo a la versión griega del discurso de Pedro a los judíos en el día de pentecostés, Pedro usó tres veces el verbo “derramar” para explicar el fenómeno pentecostal en cumplimiento a lo que fue dicho por el profeta Joel:
Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.
Isaías también habló de un derramamiento del Espíritu Santo:
Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos.
Lucas usa el mismo término para explicar el descenso del Espíritu sobre los gentiles en casa de Cornelio:
Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo.
También en la epístola a Tito el don del Espíritu Santo es mencionado como un derramamiento:
5Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, 6el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador.
El descenso del Espíritu Santo como un derramamiento, como una corriente que desciende de los cielos, sugiere la generosidad con que Dios da su Espíritu,
Porque el que Dios envió, las palabras de Dios hablan; pues Dios no da el Espíritu por medida.
Investidura.
Además de ser un derramamiento, un bautismo, un don y una promesa, como ya hemos visto, el bautismo en el Espíritu Santo es una Investidura.
En Lucas 24:49 el bautismo del Espíritu Santo es descrito así, precisamente, como una investidura:
He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.
El verbo “vestir” es una figura que en el Nuevo Testamento es usada, entre otros significados, en referencia a: las armas de luz que el cristiano debe de ponerse.
La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.
Las cuales habilitan al creyente para que esté firme y rechace los ataques del diablo.
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.
también se usa en referencia al hombre nuevo, creado conforme a la semejanza de Dios, el cual el creyente también debe de ponerse
Y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
Y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.
La Biblia también hace referencia al imperativo de vestirse el creyente con nuestro Señor Jesucristo
Sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.
La idea de la figura, por lo tanto, es que el bautismo del Espíritu Santo es una experiencia poderosa por medio de la cual el creyente viene a ser totalmente investido con la presencia de Dios.
Llenura.
El bautismo en el Espíritu Santo también se presenta en la Biblia como una llenura.
Uno de los términos que con más frecuencia usa Lucas, tanto en su evangelio como en el libro de los Hechos, para describir la presencia del Espíritu Santo en las personas es el verbo “llenar”.
Juan el Bautista fue lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre.
Porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.
Elizabeth fue llena del Espíritu Santo cuando María la saludó.
Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo.
Zacarías fue lleno del Espíritu Santo cuando nombró a Juan.
Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo.
En el día de Pentecostés, todos los discípulos fueron llenos con el Espíritu Santo.
Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Cuando Pedro fue traído ante el concilio, habló estando lleno del Espíritu Santo.
Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel.
Cuando los discípulos oraron después que Pedro y Juan fueron puestos en libertad, todos ellos fueron llenos del Espíritu Santo.
Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.
Luego encontramos que Ananías oró para que Pablo fuese lleno con el Espíritu Santo.
Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.
Cuando Pablo reprendió a Elimas, estaba lleno del Espíritu Santo.
Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos.
Ser “lleno” con el Espíritu Santo es no sólo ser recipiente, sino estar totalmente controlado por él.
Por lo que hemos visto hasta ahora, el Espíritu Santo, como una experiencia distinta a la conversión, es además de una promesa de Dios, un don, un bautismo, un derramamiento, una investidura y una llenura.
¿Qué es y para qué es el Bautismo en el Espíritu Santo?
El bautismo en el Espíritu Santo debe ser considerado como una capacitación con poder divino para llevar a cabo la tarea misionera que Cristo dio a la iglesia.
Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Uno de los ejemplos que se pueden mencionar de esta capacitación especial con poder divino es el apóstol Pedro en el día de Pentecostés (Leer Hechos 2:14-40).
Su autoridad y valor, como consecuencia del descenso del Espíritu, contrastan notablemente con sus temores y fluctuaciones anteriores.
Pero sus palabras no se caracterizan solamente por su intrepidez sino también por el efecto convincente que tuvieron sobre la gente cuando las escucharon.
El discurso de Pedro fue seguido por una contrición masiva de tres mil personas que recibieron su palabra y solicitaron el bautismo en agua.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.
La obra convincente del Espíritu Santo, el día de pentecostés.
Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
fue de acuerdo a lo que Jesús había dicho previamente acerca del ministerio del Espíritu:
Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
El Espíritu Santo produce iluminación para comprender con claridad las verdades espirituales.
El Espíritu Santo nos da una penetración muy profunda dentro de los misterios de la gracia de Dios.
La influencia del Espíritu, trae a nuestra memoria las Escrituras y nos ayuda a entenderlas.
Debido a que es el cumplimiento de lo que el Señor Jesús había dicho acerca del Consolador:
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
En el caso del apóstol Pedro, otro resultado del bautismo en el Espíritu Santo es la nueva comprensión que obtuvo de la función mesiánica de Jesús: su discurso pentecostal (leer Hechos 2:14-42) empieza con el Jesús histórico que tiene como marco de referencia Nazaret “Jesús nazareno”.
Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis.
Pedro explicó la misión profética del ministerio terrenal de Cristo, su muerte como en cumplimiento de un programa divinamente elaborado: la muerte de Jesús no fue el resultado accidental de la maldad humana, sino el cumplimiento de un plan definido que Dios elaboró desde la misma eternidad.
A éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole.
Luego explica su resurrección y termina con su señorío. Esta iluminación se la dio el Espíritu Santo.
La evidencia inicial para saber que una persona redimida por la sangre de Cristo ha sido bautizada con el Espíritu Santo es el hablar en otras lenguas dirigida por el Espíritu Santo.
Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.
Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.
En todas estas citas encontramos una experiencia común asociada con el descenso del Espíritu Santo sobre las personas: hablar en lenguas desconocidas para los recipientes.
Los tres pasajes bíblicos nos narran tres sucesos distintos que tomaron lugar en tres lugares y fechas distintas:
Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
Este pasaje Bíblico nos relata el evento de pentecostés, que tomó lugar en Jerusalén en el año 30 D.C.
Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.
Este pasaje Bíblico nos relata el evento que tomó lugar en Cesárea en el año 35 D.C.
Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.
Este pasaje Bíblico nos relata lo que sucedió en Éfeso en el año 53 D.C. aproximadamente.