Uno de los temas bíblicos de los que más se hablan pero que no se sabe cómo explicarlo es el de la unción.
2.- La unción de los sacerdotes (iniciando con Aarón y sus hijos).
3.- La unción de los reyes.
Aunque los reyes no eran ungidos para el servicio religioso a Dios, eran apartados para una tarea especial de gobierno.
Eran consagrados con la tarea de dirigir y gobernar con justicia al pueblo.
4.- La unción de profetas.
Así la Biblia en el Antiguo Testamento registra la unción de objetos del tabernáculo, la unción de sacerdotes, la unción de reyes y la unción de profetas.
El Antiguo Testamento no habla de niveles de unción, ni de tener la unción en el sentido de tener poder de Dios. Se menciona que el Espíritu del Señor venía sobre sus siervos y les daba poder.
Esta acción se registra mucho en el libro de los Jueces, en donde el Espíritu del Señor venía sobre Gedeón, o sobre Sansón y los llenaba de fuerza, sabiduría y poder para liberar a Israel en tiempos de guerra y opresión, pero no se le llama unción.
En el Antiguo Testamento el Espíritu Santo no moraba de forma permanente en su pueblo como vemos que sucede en el Nuevo Testamento a través de la salvación de Cristo en el creyente.
En la época de la Biblia, un sello era una garantía.
El sello del Espíritu Santo sucede en el momento de la salvación, es una promesa o garantía del futuro del cristiano, de la herencia eterna con Jesucristo, pero también es una garantía que él o ella es un hijo de Dios.
La Unción en el Nuevo Testamento:
Los roles de profeta, sacerdote y rey son los roles principales de liderazgo descritos en el Antiguo Testamento, y cuando Jesús vino, cumplió con los tres.
Jesús como Profeta:
En el Antiguo Testamento los profetas ejercían su ministerio dado por Dios como oficio, una estructura jerárquica con títulos y autoridad.
Hablaban en nombre del Señor y decían lo que Dios les decía que hablaran y profetizaron algunas cosas que ya se cumplieron y otras que están por cumplirse.
Dios realizaba sanidades y milagros a través de ellos
Y la gran mayoría de los profetas del Antiguo Testamento profetizaron la venida de Jesús a este mundo.
Pero eso ya se terminó con la venida de Jesucristo.
Juan el Bautista fue el último profeta de esa línea.
Con Jesús se hicieron realidad todas las esperanzas de los profetas.
Jesús enfatizó que su Reino cumplió la Ley (el Antiguo Testamento); no la abrogó, no implantó un nuevo sistema, sino consumó el antiguo.
El canon ya se cerró.
Las supuestas declaraciones proféticas o visiones que algunos alegan que provienen de Dios hoy en día, no pueden ser inspiradas y consideradas como parte de la revelación de Dios investidas de alguna autoridad como la de los 66 libros canónicos de la Biblia.
Ahora los Profetas en el Nuevo Testamento solo ejercitan el don de la profecía para la edificación del cuerpo de Cristo, no como oficio ni estructura jerárquica ni títulos y autoridades.
Jesús mismo es la Palabra de Dios, Él no es un profeta humano que habla la Palabra de Dios.
Más bien, Él mismo es el Verbo hecho carne para habitar entre nosotros
No hay revelación de Dios más fuerte o más veraz que Jesucristo.
Jesús como Sacerdote:
El papel de los sacerdotes en el Antiguo Testamento era actuar como mediadores entre Dios y los humanos.
Los sacerdotes ofrecían sacrificios a Dios en nombre de las personas para el perdón de los pecados.
Este era el papel del sacerdocio levítico de Aarón, y no estaba destinado a durar para siempre.
Después de que Jesús pagó el precio final y fue crucificado por el pago de los pecados del mundo, se convirtió en el único sacerdote que necesitamos por toda la eternidad.
Como sacerdote fiel, nuestro Señor ascendido se compadece, ayuda, y le da gracia a su pueblo.
Jesús en su rol y función como sacerdote no está sujeto a la muerte como los sacerdotes del Antiguo Testamento, sino que permanece sacerdote para siempre y siempre vive para interceder por su pueblo.
Su ministerio como sacerdote es comunicar o mencionar nuestras necesidades; pedir que no ocurran ciertas cosas en nuestras vidas
También el ministerio de Jesús como sacerdote es el de limpiarnos de cosas malas y pecaminosas.
Los redimidos por la sangre de Cristo que adoran y evangelizan son considerados un sacerdocio «real».
Este pasaje se apoya en el llamamiento de Dios al antiguo Israel.
Pedro y Juan aplican esta verdad a los creyentes del Nuevo Testamento.
Dios nos ha hecho "reyes y sacerdotes para nuestro Dios" (Apocalipsis 1:6). Él quiere que tengamos el poder de reyes y la pureza de sacerdotes.
Es vital que experimentemos Su unción a plenitud a fin de tener eso.
Y como sacerdotes cuando estamos unidos con Cristo como miembros de su cuerpo, se nos da la responsabilidad de llevar a otros a su presencia también, nos unimos en su tarea de reconciliar a Dios con el hombre.
Jesús como Rey:
Cuando nuestro Señor regrese, tomará las riendas del gobierno y gobernará las naciones de este mundo como un dictador benevolente.
Entonces, y solamente entonces, el mundo experimentará un tiempo de justicia, honradez, bienestar social, prosperidad económica y conocimiento espiritual.
El demostrará que es Rey de reyes y Señor de señores en la misma arena donde ocurrió la rebelión del hombre contra Dios.
Ni educación, ni las habilidades especiales le darán a su ministerio el poder que debe tener para transformar las vidas de las gentes. ¿Qué podrá transformarlas?
La completa unción del Espíritu Santo únicamente.
La iglesia de hoy necesita desesperadamente la unción del Espíritu Santo.
Muchos hablan de la unción
¿Cuántos realmente entienden lo que es la unción?
La confianza del Apóstol Pablo no radicaba en su agudo intelecto o en su habilidad para hablar, sino en el reconocimiento de que el Espíritu Santo lo ayudaba y lo guiaba.
El Apóstol Pablo no negaba la importancia del estudio y la preparación para predicar; él tuvo una instrucción profunda de las Escrituras.
La predicación efectiva debe combinar la preparación y el estudio con la obra del Espíritu Santo.
No use la aseveración de Pablo como una excusa para no estudiar o prepararse.
Si sabemos que el poder de Dios es suyo, no nuestro, podemos evitar que el orgullo se apodere de nosotros y esto nos motiva a mantener un contacto diario con Dios, nuestra fuente de poder.
Nuestra responsabilidad es dejar que la gente vea a Dios por medio nuestro.
La unción es la acción invisible del Espíritu Santo, operando a través de un individuo o grupo de personas capacitándolos de una manera sobrenatural para producir la obra de Dios aquí en la tierra.
La unción es el poder de Dios que quita cargas y destruye yugos.
Cristo en griego (y Mesías en hebreo) significa "El Ungido".
Jesús aclaró que era porque el Espíritu del Señor le había ungido que podía estar capacitado para tener un ministerio efectivo.
La misma regla se aplica a usted y a mí.
Para experimentar la unción de Dios sobre su vida, debe tener una relación personal y viva con el Espíritu Santo.
¿Quieres ser usado por Dios?, debes tener sed de Él, debes anhelarle, te debe gustar estar con Él.
Hay quienes se enamoran de las cosas de Dios, de la iglesia, del ministerio, de sus bendiciones, hasta de la provisión, pero el secreto es enamorarse de Él.
Cuando realmente le has conocido te alejarás del pecado, de los afanes de este mundo y de cualquier cosa o persona que te aparte de Él porque eres consciente de haber encontrado a alguien inigualable.
¿Quiere usted experimentar en su vida el poder del Señor?
Es indispensable creer.
La escritura afirma que sin fe es imposible agradar a Dios.
Este Pasaje bíblico afirma que, si creemos, veremos la gloria de Dios.
Si deseas que en tu vida la unción de Dios se manifieste debes tener Fe en que Él obrará.
Debes creer que el momento en que te levantes para ejercer tu ministerio el Señor hará su parte.