No puedes dejar que tus problemas sean un problema.
“No nos fue muy bien el domingo pasado”, dijo Pedro.
“Necesitamos orar por la escuela dominical”.
“Es cierto”, contestó Beatriz. Ella dirigía la reunión mensual del comité de escuela dominical.
Después de un momento de oración, ella siguió con la discusión del tema.
“Dijiste que no te parecía bien lo del domingo pasado. ¿Cuál es el problema?”
“Las clases de los adultos están muy cerca de esos niños ruidosos”, dijo Pedro. “¿Podríamos cambiar las clases?”
“Cambiar de aulas no es la solución”, declaró Marta. “Es asunto de disciplina. Debemos hacer que los niños estén quietos”.
“El problema son los padres”, propuso Pedro. “Quizá debemos mandar una nota pidiéndoles a los padres que cooperen”.
“Odio tener que decir esto”, dijo María lentamente, “pero quizás es el maestro. Parece que no puede mantener la atención de los niños y por eso hacen tanto ruido. ¿Podríamos buscar a otra persona para enseñar esa clase?”
“O podríamos darle un ayudante”, sugirió Marta. “Dos personas trabajando juntas podría ser eficaz”.
Beatriz habló muy poco, pero estaba desempeñando una de las tareas de liderazgo más importantes.
Estaba dirigiendo a su gente para analizar los problemas y buscar sus soluciones.
Siempre ha habido, hay y habrá conflictos en las iglesias.
Muchos de los miembros de las congregaciones buscan un evangelio suave o ligero donde el pecado sea tolerado, y cuando se le empieza a predicar la Palabra conforme esta escrita en la Biblia se sienten incómodos.
Esto ocasiona una serie de conflictos internos dentro de la iglesia, ya que muchas veces por la presión de la gente el líder cede a las demandas de la congregación. No tiene carácter para hacer frente a los problemas.
No importa en qué campo esté un líder, enfrentará problemas.
Ellos son inevitables por tres razones.
Primero, porque vivimos en un mundo de complejidad y diversidad creciente.
Segundo, porque interactuamos con personas, y
Tercero, porque no podemos controlar todas las situaciones que enfrentamos.
Los líderes con habilidad para resolver problemas demuestran algunas cualidades:
1. Anticipan los problemas.
Ya que los problemas son inevitables, los buenos líderes los anticipan.
Cualquiera que espere que el camino le será fácil, constantemente se encontrará en dificultades.
La historia de David Livingstone, misionero en África, ilustra la clase de actitud que los líderes necesitan.
Una organización de misiones quería enviar ayudantes al doctor Livingstone, por lo que su líder le escribió: «¿Ha encontrado una buena carretera para llegar hasta donde está usted? Si es así, queremos enviar algunos hombres para que se unan a usted».
Livingstone respondió: «Si usted tiene hombres que vendrían solo si supieran que hay una buena carretera, no los quiero. Quiero hombres que vengan aun cuando no hubiera ninguna carretera».
Si mantienes tu actitud positiva, pero haces planes para lo peor, te encontrarás en una buena posición para resolver los problemas que vengan.
2. No actúan ni hablan imprudentemente.
Los buenos líderes no actúen ni hable imprudentemente, saliéndose de control por enojo o por sentir que las cosas son injustas.
Es algo que Moisés tuvo que aprender; su impetuoso mal genio en situaciones conflictivas le costó cuarenta años en el desierto en una oportunidad, y el costo fue no poder entrar a la Tierra Prometida.
Sin embargo, cuando Moisés tuvo la perspectiva divina, pudo interceder con poder y resolver hasta las situaciones más difíciles, tales como la apostasía nacional y la adoración de ídolos, la rebelión religiosa y las luchas de poder.
3. Ven el cuadro general.
Los líderes tienen que mirar continuamente al cuadro general.
No pueden dejarse abatir por la emoción.
Tampoco pueden dejarse empantanar tanto en los detalles, que pierdan la visión de lo que es importante.
El autor Alfred Armand Montapert escribió, «la mayoría ve los obstáculos; la minoría ve los objetivos; la historia registra los éxitos de los últimos, mientras que la recompensa de los primeros es el olvido».
4. Manejan una sola cosa a la vez.
Richard Sloma tiene este consejo: «Nunca trates de resolver todos los problemas de una vez; deja que hagan fila mientras los vas atendiendo uno por uno».
Los líderes que se complican con mayor frecuencia son aquellos que se dejan abrumar por el tamaño o volumen de sus problemas y después se ocupan superficialmente en su solución.
Si te enfrentas a muchos problemas, asegúrate de resolver realmente lo que quieres resolver en ese momento, antes de pasar al siguiente.
5. No abandonan una meta importante cuando están deprimidos.
Los líderes efectivos hacen decisiones cuando están pasando por una etapa positiva en su liderazgo, no durante las etapas oscuras.
6. Cuando corrija sea breve, no regañe ni haga sentir mal a la gente.
Los buenos líderes cuando corrigen son breves, no regañan ni hacen sentir mal a la gente, y si se equivocan asumen ellos el error.
Cuando algún miembro de la iglesia ha cometido una falta usted debe de encarar el problema e inmediatamente, porque si no lo hace así perderá la fuerza del momento y la gente creerá que a usted no le interesa esa situación.
Se debe evitar sacar a la persona otros errores que cometieron anteriormente, y que es totalmente diferente al problema actual.
En nuestro liderazgo dentro de la iglesia siempre tengamos la valentía de asumir como nuestros los errores que cometan las personas de las cuales nosotros estamos a cargo.
Porque si la persona ha cometido un error, casi siempre se debe a que nosotros no hemos sabido explicarnos cuando hemos dado las órdenes, y aunque no haya sido así, es nuestra la responsabilidad de asumir el error.
Para mejorar en la solución de tus problemas, haz lo siguiente:
Busca problemas.
Si has estado evitándolos, sal y búscalos.
Solo te sentirás mejor si ganas experiencia enfrentándolos.
Busca situaciones que necesiten arreglarse, propone varias soluciones viables y preséntaselas a un líder con buena experiencia en la solución de problemas.
Aprenderás observando cómo piensa él cuando trata con dificultades.
Desarrolla un método.
Algunas personas tienen dificultades al resolver problemas porque no saben cómo abordarlos.
Trata de usar el siguiente proceso:
Invierte tiempo en descubrir el asunto real.
Averigua lo que otros han hecho.
Haz que tu equipo lo estudie desde todos los ángulos.
Busca múltiples soluciones.
Escoge e implementa la mejor solución.
Rodéate de personas que sean buenas para resolver problemas.
Si no eres bueno para resolver problemas, trae a tu grupo a personas que sí lo sean.
Ellos complementarán tu debilidad y también aprenderás de ellos.
Reflexionemos
El autor George Matthew Adams afirmó, «Lo que piensas significa mucho más que cualquier cosa en tu vida; más que lo que ganas, más que donde vives, más que tu posición social, y más que lo que cualquiera puede pensar sobre ti».
Cada problema te presenta a ti mismo. Te muestra cómo piensas y de qué estás hecho.
¿Cómo reaccionas cuando enfrentas un problema cara a cara?
¿Lo ignoras y esperas que se vaya?
¿Te sientes impotente para resolverlo?
¿Has tenido en el pasado la mala experiencia de tratar de resolver problemas para solo darte por vencido?
¿O los abordas de buena gana?
La habilidad de resolver problemas con efectividad viene de la experiencia de enfrentar obstáculos y vencerlos.
Cada vez que resuelves un problema, mejoras un poco en el proceso para ser un líder conforme a la voluntad de Dios.