La Biblia revela la realidad de dos reinos coexistentes. Uno se llama el “reino de Dios”, o “de Cristo”, o “de su Hijo amado”, cuyo príncipe es Cristo mismo.
El otro, y en conflicto abierto con el primero, es el “reino del mundo”, o “de las tinieblas”, cuyo príncipe es el diablo.
Pablo describe la salvación como liberación de la autoridad de las tinieblas y traslado al reino de su Hijo amado.
Cada reino tiene sus propias normas, o leyes, como es el caso de cada nación soberana.
Desde el nacimiento aprendemos a vivir según las reglas del reino del mundo, las cuales contradicen las del reino de Dios.
Aun cuando uno nace de nuevo, y es trasladado al reino de Dios, le cuesta desprenderse de las reglas del reino del mundo.
En esta sección, Jesús señala un contraste marcado entre el criterio de grandeza en el reino de Dios y el del mundo.
La ocasión que dio lugar a esta enseñanza fue la solicitud de la madre de Juan y Jacobo, o sea la esposa de Zebedeo.
El verdadero líder sirve.
Los verdaderos líderes están motivados a servir por el interés amoroso más que por un deseo de gloria personal, están dispuestos a pagar el precio.
John C. Maxwell cuenta en su libro Las 21 cualidades indispensables de un líder que el 28 de mayo de 1970, un hombre fue herido por una mina en la península de Batangan, Vietnam y el General H. Norman Schwarzkopf voló para verlo. Mientras el helicóptero lo retiraba del lugar, otro soldado pisó una mina, hiriéndose severamente una pierna. El hombre se revolcaba gritando y lamentándose. En ese momento se dieron cuenta que la primera mina no era la única en ese lugar. Estaban en medio de un campo minado.
El general Norman creía que el herido podría sobrevivir y aún conservar su pierna, pero solo si dejaba de revolcarse. Solo había una cosa que podía hacer: inmovilizarlo. El general Norman escribió,
«Comencé a caminar por el campo minado.
Un paso a la vez, lentamente, estudiando el terreno, buscando protuberancias de dispositivos o puntas que sobresalieran de la tierra. Mis rodillas temblaban tan fuerte que cada vez que daba un paso tenía que agarrarme las piernas y estabilizarlas con ambas manos antes de poder dar el siguiente paso … Me pareció como si hubieran pasado miles de años antes de llegar al joven».
General H. Norman, de 240 libras de peso y que había sido luchador en West Point, sujetó al hombre herido y lo calmó. Esto le salvó la vida. Y con la ayuda de un equipo de ingenieros, lo sacó a él y a los demás del campo minado.
La calidad que General H. Norman demostró ese día podría describirse como heroísmo, valentía o aun temeridad; pero creo que la palabra que mejor lo describe es servidor.
Ese día de mayo, la única forma en que podía ser efectivo como líder era servir al soldado que estaba en problemas.
Las cualidades de un servidor conforme a la voluntad de Dios son:
1. Poner a otros por delante de sí mismo y de sus deseos personales.
Significa estar intencionalmente consciente de las necesidades de tu gente, estar disponible para ayudarlos y ser capaz de aceptar sus deseos como importantes.
2. Posee la seguridad para servir.
La forma en que tratamos a otros es realmente un reflejo de como pensamos de nosotros mismos.
Hacemos a otros lo que queremos que otros hagan con nosotros.
Odiamos a otros cuando nos odiamos a nosotros mismos.
Somos tolerantes con otros cuando nos toleramos a nosotros mismos.
Perdonamos a otros cuando nos perdonamos a nosotros mismos.
La Ley de la Capacitación compartida dice que solo los líderes seguros dan fuerza a otros. Y que los líderes seguros demuestran ser servidores.
3. Toman la iniciativa en el servicio a otros.
Casi nadie servirá si es obligado a hacerlo.
Algunos servirán en una crisis.
Pero lo que sí se puede ver es el corazón de alguien que toma la iniciativa en servir a otros.
Los grandes líderes ven la necesidad, aprovechan la oportunidad, y sirven sin esperar nada a cambio.
4. No imponen su posición.
Los líderes servidores no se fijan en rangos o posiciones.
Cuando el General H. Norman Schwarzkopf caminó por un campo minado, el rango fue la última cosa en su mente.
Era solamente una persona tratando de ayudar otra persona.
Si algo le dio a él un sentido mayor de obligación de servir fue ser el líder.
5. Sirve por amor.
Al final, el alcance de tu influencia dependerá de lo profundo de tu preocupación por otros.
Es por eso que es tan importante para los líderes estar dispuestos a servir.
Para mejorar tu servicio has lo siguiente:
• Haz cosas pequeñas.
¿Cuándo fue la última vez que hiciste pequeños actos de amabilidad por otros?
Empieza con los que están más cerca de ti: esposo o esposa, hijos, padres.
Encuentra formas de hacer cosas pequeñas que muestren a otros tu preocupación e interés por ellos.
• Aprende a caminar despacio por entre la multitud.
John C. Maxwell dice en su libro Las 21 cualidades indispensables de un líder que
Una de las más grandes lecciones que aprendió cuando era un líder joven se la dio su padre.
La llamo, «Caminar despacio por entre la multitud».
Le dijo: la próxima vez que asistas a alguna actividad con clientes, colegas o empleados, hazte el propósito de conectarte con ellos, moviéndote y hablando.
Concéntrate en cada persona que se encuentre presente.
Aprende el nombre si no lo sabes.
Trata de conocer las necesidades de cada uno, lo que quieren y sus deseos.
Después que hayas vuelto a casa, escribe una nota para recordarte a hacer algo beneficioso por una media docena de esas personas.
• Entra en acción.
Si la actitud de servidor está visiblemente ausente de tu vida, la mejor manera de cambiarla es comenzar a servir.
Empieza a servir con tu cuerpo, y tu corazón finalmente lo captará.
Comprométete a servir a otros por seis meses en tu iglesia, una agencia comunitaria o una organización de voluntarios.
Si tu actitud todavía no es buena al final de ese período, hazlo de nuevo. Y sigue haciéndolo hasta que cambie tu corazón.
Reflexionemos
¿Dónde está tu corazón cuando se trata de servir a otros?
¿Deseas llegar a ser un líder para obtener gloria y beneficios? ¿O estás motivado por un deseo de ayudar a otros?
Si tu actitud es que te sirvan más que servir, puede que tengas problemas.
Si esto es un problema para tu vida, entonces necesitas poner atención a este consejo:
Deja de señorearte de las personas y empieza a escucharlas.
Deja de actuar en busca de ventajas personales y empieza a arriesgarte por el beneficio de otros.
Deja de buscar tu propio beneficio y empieza a servir a otros.
Es verdad que aquel que quiera ser grande tiene que ser como el más pequeño y el siervo de todos.
Albert Schweitzer una vez dijo, «Yo no sé cuál será su destino, pero una cosa sí sé: los que entre ustedes hayan buscado y encontrado cómo servir, serán verdaderamente felices».
Si quieres dirigir en el nivel más alto, tienes que estar dispuesto a servir en el nivel más bajo».